sábado, 8 de abril de 2017

PEQUEÑOS CATALOGOS (PC) 1: NATURALEZA





 A veces pienso en la naturaleza de esta página (odio el
nombre 'blog', me suena a un sapo ahogándose). ¿Qué es
lo que quiero, qué es lo que intento? Realmente.
 ¿Registrar en un lugar abierto aquello que imagino, valoro,
junté, extraje, rescaté y guardé a lo largo de una vida?
 Ésa es la expresión que justamente utiliza Ezra Pound en el 
Canto XCVIII: "There is no substitute for a lifetime." El pro-
blema al que se han enfrentado los traductores, es que lifeti-
me aparece habitualmente como 'vida'. Pero la expresión 'vi-
da' produce, me parece, un malentendido. Lifetime es aquí
más bien 'el transcurso de una vida', lo experimentado, lo
vivido a través de una vida. De lo contrario, se lo podría con-
fundir con el muy mentado asunto del valor de la vida huma-
na, por ejemplo. 
 A lo largo de una vida.
 Por lo tanto, podría decir que cada frase que voy a reproducir
a continuación tiene una pequeña historia, la lectura del texto
al que pertenecen, el momento de la vida de esa lectura, las
asociaciones mnémicas y emocionales que me producen. En
cierto sentido es como escuchar música, con sus resonancias,
con sus inevitables conexiones.

 Empiezo por una cualquiera, en este caso la naturaleza, para
soltar las cuerdas y hacer que en poco tiempo naveguen en
estas aguas unos cuantos barquitos, en lugar de un acorazado
o una nave de gran porte.
 Intentaré generar alguna ligazón mínima entre los diversos
textos.


 NATURALEZA

 El atardecer oscurece el pasto, la brisa
 como humo púrpura, despeina su superficie.
Desmond O'GRADY. Poesía irlandesa contemporánea.

Las montañas calladas, sin nadie.
La luna gira entre las constelaciones.
TU FU. En O. Paz, 'Versiones y diversiones".

Hay jardines que ya no tienen país
Y están solos con el agua
Georges SCHEHADÉ. Poesías.

Paisajes como cubrirse con un manto la cabeza.
Henri MICHAUX

Los cebúes de mi infancia: los animales con los ojos más her-
mosos, adorables y tristes de toda la creación.
Rudy KOUSBROEK. El secreto del pasado.

y el sol en octubre,
como en verano,
en el hombro de la colina.
Dylan THOMAS. Poema de octubre.

Es primavera:
la colina sin nombre
entre la niebla
BASHÔ

Más allá vio las Rocosas canadienses todavía iluminadas
por el sol y coronadas de nieve, a un centenar de kilóme-
tros de distancia, como si la tierra se encontrara todavía en
plena creación y las montañas estuvieran extrayendo su sus-
tancia de las nubes.
Denis JOHNSON. Sueños de trenes.

En la teología de los videntes védicos las "aguas", ápas, tie-
nen un privilegio respecto del resto: son el único elemento 
"omnipresente". Por eso todo rito debe comenzar por el con-
tacto con el agua.
Roberto CALASSO. El Cazador Celeste.

Los viñedos de colores pizarra y violeta, como dibujados
por una aguja helada
W.G. SEBALD. Vértigo.

El mar me resulta peor que antes; su extensión, áspera,
gris azulosa y lluviosa, sin aves marinas, no me dice nada
en este momento y, claro, ahora entiendo el temor que Joy-
ce sentía del mar: (¿Quién sabe lo que vive en él? No quie-
ro pensar en esto. Anoche se me ocurrió un pensamiento
aterrador, cuando, dice Primrose, que la desperté diciendo:
"¿Pondrán a mamá otra vez en el mar?" ¿Qué cosa terrible 
significa esto? ¿creencia en la existencia de las sirenas')
Malcolm LOWRY. Por el canal de Panamá.

 PREGUNTA Y RESPUESTA EN LAS MONTAÑAS
 Me preguntan porqué vivo en las montañas verdes.
 Sonrío y no respondo; mi corazón está en paz.
 Los pétalos de durazno fluyen en la corriente, sin dejar
                                                                            [rastro-
 Y hay otras tierras y cielos que éstos.
 LI BAI (también llamado LI PO). En V. Seth, Three Chi-
nese Poets.

 Negras nubes de tormenta se amontonan a contraviento,
 apilándose en lo alto más allá del volcán.
 Malcolm LOWRY. En Hablar de poesía.

Una rosa que quema 
las puntas de sus cuerpos, labios,
extremos de los dedos, pezones.
Robert DUNCAN. En J.M. Coetzee. 51 poetas.

El desierto nunca es tan bello como en la penumbra del
alba o del crepúsculo. El sentido de la distancia se pierde:
una ondulación muy cercana de la arena puede ser una
cadena montañosa alejada, cada pequeño detalle puede 
cobrar la importancia de una variante capital del tema re-
petido del paisaje.
Paul BOWLES. El cielo protector.

 Y el viento salvaje del este, el tirano entre los vientos de
Siberia.
 Joseph ROTH. La cripta de los capuchinos.

últimos secretos del viento
Henri PASTOUREAU. En A. Pellegrini, "Antología de la
poesía surrealista".

 mientras la luz del sol cae
 como gruesas sedas italianas sobre las casas
 cuadradas hacia el Bósforo
 Denis DEYLIN. Poesía irlandesa.

 El viento volaba a nuestro encuentro. El dulce y salvaje 
viento de la primavera rusa. 
 Mijail BULGÁKOV. Morfina.

 el viento sopla muy suave, tan suave
Como si un grillo cantara dentro de un tulipán.
Charles SIMIC. Mil novecientos treinta y ocho.

De estas ciudades quedará el que las atravesaba: ¡el viento!
Bertolt BRECHT. Cien poemas.

Pregúntale al viento,
de preferencia al suave.
Él sigue su inmenso viaje,
y a menudo regresa
con una buena respuesta.
Olav H. HAUGE. Tres poetas noruegos. Es el poema completo.

Sesenta y seis veces han contemplado estos ojos
la cambiante escena del otoño.
He dicho lo suficiente sobre la luz de la luna,
No me pidáis más.
Escuchad tan sólo la voz de los pinos y los cedros
Cuando no hay el menor soplo de viento.
RYONEN (Monje Zen). En Nyogen Senzaki y Paul Reps:
"101 cuentos zen".

 los párpados del Alba se alzaron un poco más
 Valery LARBAUD. Diarios de A.O. Barnabooth.

Oír 
el canto del cisne salvaje, es
olvidar todo lo que se sabe
Henri DELUY. En Diario de poesía N° 27.

Cómo me gustaría enraizarme
en lo más profundo de las estaciones,
llegar a ser como un pino
o un reno,
observar el lento crujir y deslizarse de los glaciares
hacia los fiordos del norte,
resistir esta Némesis,
este tiempo reseco.
Raymond CARVER. Sin heroísmos, por favor.

LENTEJA DE AGUA
A flote en su propio reflejo estas hojas,
Con raíces que llegan sólo a medio camino,
Se quedarán dormidas a fines del verano,
Se arremangarán las faldas y se hundirán a fondo.
Michael LONGLEY. Poesía irlandesa contemporánea.
(Es el poema completo)

la primera madeja del corazón de un chico
Sharon OLDS. La materia de este mundo.

 Arden toda la noche
 los astros deslumbrantes
 ÍBICO (s. VI a.C.) En 'El mundo antiguo'.

El mar es viejo,
Severo y frío, secreto como la antigüedad
Bajo el rumor del tiempo. Y el mar delira
Atravesado de tormentas, agitado de truenos,
Pero tiene una poesía tan profunda
Que sólo la no obturada oreja atada al mástil
La escuchará, o tal vez los perdidos,
Pacientes cuerpos de los náufragos.
John Peale BISHOP. Revista Sur, Nos. 113/4.

 Y el sol de octubre
 veraneaba
 al hombro de la colina.
 Dylan THOMAS. Cuaderno de traducciones.

 Quien no ama las nubes
 que no venga a Ecuador.
 Henri MICHAUX. Ecuador.

 "Nubia Nublada": esto es una contradicción en términos
actuales. Es verdad que el cielo claro de Nubia no está siem-
pre despejado. Nubes en forma de elegantes plumas de aves-
truz aparecen ocasionalmente allí a grandes alturas, atesti-
guando la fuerza y la velocidad de los vientos de gran alti-
tud.
 Arnold TOYNBEE. Entre el Nilo y el Níger.

El sol de Alaska es incomprensible, todos los días gasta una
nueva broma, arrastrando sus arcos y sus parjelios y otras
raras y errantes parafernalias ópticas, demasiado perezoso y
distraído como para subir muy alto, rodando sobre las cimas
de las montañas, infundiendo un extraño y verdoso tono do-
rado a la niebla helada.
Kathryn HARRISON. La mujer de nieve. (Y sigue así:
"Halos y falsos soles, cortinas boreales de color morado y
rosa, coronas de un verde lívido arrastrando jirones blancos,
torbellinos helados barridos por el aire cuyos tonos cambian
del rojo al azul, arcoiris secundarios e incluso terciarios, ex-
plosiones prismáticas y arcos de luz reverberantes, la ensena-
da en llamas, el cielo oscuro, titilante.")

 Todo el mundo sabe que los vientos de mueven en direc-
ción este en torno al planeta, por la rotación de la tierra.
 (...)
 Calor. Frío. La tierra también es un sistema cerrado. El 
calor del ecuador sube. El aire frío de los polos desciende.
Y se forman enormes contracorrientes. Corrientes que flu-
yen contra los vientos que soplan de este a oeste.
 Kathryn HARRISON. La mujer de nieve.

LA NIEBLA
La niebla llega
con pisadas de gato.

Se sienta 
sobre sus ancas
silenciosas
para observar
el puerto y la ciudad.
Luego se marcha.
Carl SANDBURG. En T. López Mills. "Traslaciones".

 La manteca enterrada hace
 más de cien años
 fue recobrada salada y blanca.
 La tierra misma es blanda manteca negra.
 Seamus HEANEY. Poemas.

 Rauda como la sombra del pez
 Que rueda en el agua verde pálida.
 Ezra POUND. Antología poética.

 Los patos están parados bajo la lluvia, mudos e inmó-
viles, pensando intensamente en nada.
 Werner HERZOG. Conquista de lo inútil.

 cual cigarras posadas sobre los árboles, sus claras voces
hacen cantar a los bosques
 HOMERO. La Odisea.

 Bandadas de papagayos vuelan en dirección al sol ponien-
te, como si tuvieran negocios urgentes que nosotros no co-
nocemos.
 Werner HERZOG. Id.

Avanzo bajo un sol que no teme las intemperies, que emplea
  sin tacañería sus potes de fresco color local para cielos a
  pleno viento que de un solo tirón se van hasta el cenit...
Jules SUPERVIELLE. En Lysandro Z.D. Galtier, "La tra-
ducción literaria".

la nieve descendiendo minuciosamente en todas partes
Edward Estlin CUMMINGS. Sur, Nos. 113-114.

 un colibrí... advertí su temblor,
 semejante al de cien mil voltios
 que silban en los cables eléctricos, de poste en poste
 Valerio MAGRELLI. Epígrafes.

Aún el año pasado en la isla de Sevan, en Armenia, pasean-
do por la hierba alta hasta la cintura, admiré la descarnada
ignición de las amapolas. Brillantes hasta el dolor quirúrgi-
co, como artificios de cotillón, grandes, demasiado grandes
para nuestro planeta, mariposas incombustibles de bocas
abiertas crecían en velludos tallos enfrentados.
Ósip MANDELSTAM. Viaje a Armenia.

 el físico Hans Thirring escribió, acerca de la relatividad:
"Le quita a uno la respiración el pensar en lo que podía
pasarle a una ciudad si la energía de un sólo ladrillo fue-
ra liberada... bastaría para arrasar una ciudad de un millón
de habitantes."
 Anne MICHAELS. Piezas en fuga.

 Los textos de Bernhard exponen con terca insistencia que
la Naturaleza es una casa de locos mayor aún que la socie-
dad.
 W.G. SEBALD. Pútrida patria.

 la naturaleza y su belleza son cosas muertas e insignifican-
tes a las que sólo el arte puede prestar sentido.
 W. SOMERSET MAUGHAM. El caballero del salón.

 Al igual que los grandes mitólogos, Freud sitúa como funda-
mento de todas las cosas, aquello de lo que menos puede ha-
blar: el retorno a lo inorgánico. En sus migraciones de milla-
res de kilómetros, pájaros y peces buscarían su patria origina-
ria, que es la inercia de la materia, antes de que surgiera la
vida.
 Roberto CALASSO. Las ruinas de Kasch.

 Adiós. Y gracias por tu furia 
 Instructiva. Hoy no es el fin del mundo:
 Dobla la no desnuda rama
 El fruto sin cortar- y nos espera.
 Charles TOMPLINSON (A Van Gogh). La insistencia de
las cosas.

 ¡Oh rosa, estás enferma! 
 El gusano invisible
 que cuela en la noche,
 en la tormenta aullante,
 Ha encontrado tu lecho
 de alegría carmesí,
 y su secreto amor oscuro
 destruye tu vida.
 William BLAKE. En 'Cuaderno de traducciones'.

Me acuerdo de aquel verso de Tennyson: "La naturaleza, ro-
ja en el colmillo y en la garra"; como se hablaba tanto de la
benéfica naturaleza, Tennyson escribió aquello.
Jorge Luis BORGES, Diálogos.

bajo nubes tan vastas como Asia
Derek WALCOTT. El reino del caimito.

porque sé que comprendo la Naturaleza por fuera;
y no la comprendo por dentro
porque la Naturaleza no tiene adentro;
si no, no era Naturaleza.
Fernado PESSOA. Poemas de Alberto Caeiro.

la negra tea que las tormentas agitan
Michel LEIRIR. En Álvarez Ortega, "Poesía francesa con-
temporánea".

semilla que hiende toda la tierra para hallar la primavera
Odyseas Elytis. En Revista Letra, N°47.

Fue allí, no en la agreste y hermosa Bona Vista, donde empe-
cé  a sentir que amaba la tierra y a saber que nunca la olvida-
ría. Allí emprendía, a solas, nuevos paseos. Es extraño crecer 
en un lugar muy bello, y notar que es bello. Aquello tenía vida
, de eso yo estaba segura. Tras los brillantes colores, la suavi-
dad, las colinas como nubes y las nubes como fantásticas coli-
nas. Había algo austero, triste, perdido, todas estas cosas... 
Quise identificarme con ello, perderme en ello. (Pero todo 
pareció volver la cabeza, indiferente, y eso me partió el cora-
zón.)
Jean RHYS. Sonríe, por favor.


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