viernes, 31 de octubre de 2014

DOS POEMAS DE LA DANESA INGER CHRISTENSEN




 Inger Christensen nació en 1935 y murió en 2009. Fue

maestra y autora de obras para radio y televisión. Ha ob-
tenido un gran reconocimiento como poeta en su país, en
especial a partir de la publicación de "Poems from It", que
podríamos intentar traducir como "Poemas desde Ello".


VOCES DE LOS HOMBRES

Voces de los hombres en la oscuridad
-una vez en un templo-
voces de los hombres en el sol
-una vez fui la cariátide
número nueve-
voces de los hombres en el parque
-era una estatua, desnuda, inviolada
sin ningún otro espejo
que los dedos del aire
moviéndose de pensamiento en pensamiento
sin otra preocupación
que el frufrú de las hojas-
voces de hombres en el parque:
¿por qué me han despertado?



DE CARTA EN ABRIL: VII

En la calle
con nuestro dinero
apretado
en la mano,
comprando pan 
y derramando migas
para las palomas
azuladas.
Pagando
para ver
al comedor de fuego,
el tragador de cigarrillos
y el vagabundo muerto
que respira.
Diciéndole algunas palabras
a la figura de piedra
sobre el portón.
Riendo y
entrando apurada
como si me persiguieran.
En la fresca cocina
preparamos
y ordenamos nuestra comida.
La hacemos 
lo más elegante
que podemos.
Y hablamos
en nuestro propio
claro
lenguaje.
Quién sabe si las cosas
no saben en sí mismas
que nos llamamos
de otra manera.




DOS AGREGADOS
Éste es el comentario que hiciera Encarna Castejón de su
visita a Inger Christensen.

 Fui a la casa de Inger Christensen la última tarde que pasé
en Copenhague, Me abrió la puerta una mujer extraordina-
riamente pequeña, o ésa fue mi primera impresión; detrás
atisbé el largo pasillo de una casa grande, un poco oscura
y algo destartalada, con muestras de una despreocupación
por la disposición y el uso del espacio que resulta más bien
insólita en el Norte. I.C., sus cigarrillos (y los míos), una te-
tera y yo nos instalamos en una mesa camilla en medio de
ninguna parte. Empezó a hablar muy despacio, buscando
las palabras en un inglés perfecto que no parecía haber u-
sado en los últimos tiempos, y tan bajito que yo apenas con-
seguía oírla y me preguntaba si mi grabadora tendría me-
jor suerte. Parecía muy, muy tímida; y, sin embargo, salpi-
có desde el principio la conversación de sorprendentes iro-
nías, apoyándose en juegos de palabras y a la vez en énfa-
sis especiales del tono de voz. Lamento que el lector deba
perderse esa voz leyendo uno de sus sonetos en danés: era,
simplemente, como acercar la oreja a una caracola y oír el
mar. Durante la conversación, que se alargó mucho más
de lo que cualquiera de las dos podía suponer, descubrí a
una de las escritoras más complejas y fascinantes que co-
nozco, a punto de recibir, esta primavera, el Grand Prix
Internationale de la Poésie.

Publicado en Revista El Urogallo, Marzo de 1995. Ejem-
plar dedicado a la Cultura Nórdica.


 Este otro es el de la escritora estadounidense Siri Hustvedt,
en su libro Vivir, pensar, mirar.

 Inger Christensen ha muerto. Una gran escritora ha muerto.
(...) Yo tenía poco más de veinte años cuando leí Det por pri-
mera vez y sentí que acababa de recibir una revelación. (...)
De un modo inseparable de esa música corporal e incrustada
en sus cadencias había una mente tan rigurosa, tan dura y tan
acerada como la de cualquier filósofo. Acumulaba paradoja
tras paradoja en un juego de pensamientos originales. (...)
Ella hizo que yo lo mirara todo de un modo diferente. Me
hizo sentir de nuevo el poder de un encantamiento.
(...) Estuve con ella un par de veces. La primera en un festi-
val de Nueva York. Corrí a su encuentro, le di un apretón de
manos y balbuceé algunas palabras en un esfuerzo por mani-
festarle mi viva admiración.
(...) La segunda ocasión fue en Copenhague, durante una ce-
na en la que me tocó sentarme al lado de mi ídolo, que estu-
vo encantadora, divertida y me contó que nunca volvería a
Nueva York porque allí nadie te permitía fumar.
(...) En mis propios escritos siento que me susurra como una
madre literaria, brillante y valiente, a quien leeré y releeré
una y otra vez.

OTRO

Hans Magnus Enzensberger dice de ella: "Inger Christensen,
presumiblemente la poeta danesa más importante de la actua-
lidad [el libro donde dice esto, Los elixires de la ciencia, fue
publicado en 2002], recurre en su épico alfabet a la teoría de
los números y al análisis combinatorio; para ser más exactos,
el poema se basa en la serie de Fibonacci."

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