domingo, 21 de septiembre de 2014

TIEMPO



Tarde en el Kapali Carfli
 Tiempo perdido tiempo reunido tiempo perdido
 gastado el ánimo
 derrochado      malgastado
 También hubo tiempo agotado
 en las aduanas de Alepo
 (los bancos lisos como jabón)
 cambiando dinero por dinero
 especies por especies
 en Jau al Jumruk
 billetes enormes de flores de violeta
 de telas de algodón desfoliado
 que se amontonan en bolsos y bolsillos
 y los crazards, billetes de lona
 verdes y negros y espesos
 muchos con la efigie de Vincenzo Bellini
 que alguien se encargó de imprimir
 en Djema el Fna

 Noches enquistadas
 en habitaciones de pisos de bleque
 y el olor del alcohol de enebro
 único deslizamiento del continente Norte
 y el tiempo atascado
 que no entra ni sale
 que ni se va ni vuelve
 el tiempo transmutado en una mezcla
 fuerte
 de insomnio y pesadilla

 También perdida una tarde entera
 en el patio exterior del Santa Chiara
 mientras las mayólicas reemplazaban
 -con el movimiento típico del teclado
 de un instrumento que hace música
 con el espacio-
 a los bastones en mis retinas 
 y me enlozaban por dentro la cabeza
 algo de lo que me costó desprenderme
 ya que
 con pequeños picos hubo que despegar
 con herramientas antiguas de interior
 con las mismas espátulas
 con las que untaban la masilla
 todavía caliente
 en los bordes acanalados que las piedras
 dejaban en manos de la intemperie
 como sellando tiempos abiertos
 mientras hacían su ronda 
 los tiempos de la atmósfera
 de la gravedad
 de la lluvia
 de la conciencia de las cosas
 del carreteo de los vehículos
 en las angostas correderas de piedra irregular
 y con pendiente
 en Tesalónica y en Herculano

 O esas tardes
 o esas mañanas
 en que entre los cuerpos desnudos
 se generaba un tiempo
 vivo y nuevo
 que duraría -lo sabíamos/ no lo sabíamos-
 un solo momento-para-siempre

 Ebriedad de los tiempos
 reunidos
 que se consumen consumiéndonos
 hora a hora
 página a página

 Conserva de partes de cuerpos
 miradas
 sabores
 palabras
 y gestos
 en hojas transparentes de film

 A veces velados
 a veces aún sin revelar

 Distracciones

 caminando por ciudades
 cuyo tiempo pasa en la dirección contraria
 viendo a la gente sentada en sus conversaciones
 gesticulando en sus discusiones
 retando a los chicos
 esperando el colectivo
 tomando café en bares y plazas
 mientras transcurren las tardes
 en Harir, en Bazuriye,
 y en Hamir y en Attarin,
 olores de vinagres
 y de establos
 de los artesanos de la laca
 y de los hammam
 por todas partes
 gritos y risas
 murmullos y llantos
 mientras caen las sombras
 de la ausencia del tiempo
 para el que está perdido
 perdido y sin búsqueda
 como si la droga del olvido
 consumiese sus llamas
 en el fondo de piedra helada
 de su memoria






Las dos imágenes que ilustran este texto provienen de un libro de Bárbara Hodgson


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