viernes, 24 de mayo de 2013

EL PLYMOUTH

La antena que le puso a la mañana temprano
en el techo
le permite descubrir
el Plymouth
enterrado en la nieve
junto a los demás autos
a esa hora de la tarde
en la que una nevisca plateada
hace de luz

Tiene que patear
varias veces la puerta
congelada
para poder entrar
a la cabina

Y esperar que se repita
el pequeño milagro diario
de que el motor arranque
cuando le dé contacto

Una cuerda de alegría tañe
en su interior
cuando en efecto
arranca

Ahora viaja por una larga ruta recta
El Plymouth patina un poco-
alivianado
por la fina capa de hielo
que lustra el asfalto-
como si fuese a decolar

Ahora acelera por Goodell Street
y luego gira a la izquierda
      (los giros son largos
                     y a veces deslizan un tanto)
 en el semáforo de la Edward

Por instinto el conductor del auto
mira hacia arriba-
aunque la guerra no sobrevuele estos cielos

El Eerie tirita enorme bajo el hielo

El conductor del auto
se habla a sí mismo
en una lengua extranjera

Las paletas de su corazón son jóvenes
todavía
y el aire helado hace una pasada rasante
por la pista lisa de sus pulmones

La luna
y los rotores de su pensamiento
circunvalan
el planeta

En el barro del cuerpo
las hélices de sus pasiones
se tuercen
sin pausa

Casi todo el tiempo los haces de luz
patrullan
el abombado vientre de las nubes

Las luces de los faros, en cambio
disparan miríadas de espículas de nieve
a su paso

Una a una caen las persianas
de las vidrieras de la Delaware Avenue

Ahora las aspas del corazón se mueven lentas
como las alas de una mariposa detenida
sobre un instante

La nieve ha vuelto a colmar
la larga entrada del auto.

(Su joven esposa
no es la respuesta)

Es de noche.

El Plymouth ronronea.
Pega una acelerada
y se detiene.



martes, 21 de mayo de 2013

DOS POETAS DEL GENOCIDIO ARMENIO

 El genocidio armenio, llamado también el Gran Crimen, o
el Holocausto Armenio, tuvo lugar en el Imperio Otomano
y significó la muerte de entre 600 mil y un millón y medio
de personas. Tuvo dos antecedentes: las Masacres Hamidia-
nas, emprendidas por Hamid II, llamado también "El Sultán
Rojo", que significó la muerte de alrededor de 300 mil arme-
nios, a fines del siglo XIX, y la Masacre de Adana, cometida
por los Jóvenes Turcos en abril de 1909, en un golpe de esta-
do destinado a reinstaurar el régimen hamidiano, y que tuvo
entre 15 mil y 30 mil muertos entre la población armenia.
 Hay que recordar que este primer Genocidio Moderno, es
llamado así porque implica un Estado central que imparte di-
rectivas, acompañadas en este caso de tecnología armamenti-
cia y desarrollo de las comunicaciones, que facilitan los asesi-
natos masivos. En otras palabras, un Genocidio requiere me-
dios y planificación. Así lo refiere Lukas Bärfuss en su nove-
la "Cien días", centrada en el genocidio de Ruanda: "Nos pe-
dían útiles de escritura, y como los lápices no son nada malo,
y sin ellos no se puede hacer el bien, como toda buena acción
requiere un lápiz, un lápiz y un maestro, un teléfono y una ru-
ta (...) por eso les dimos el lápiz con el que escribieron las
listas negras para la matanza, por eso les pusimos la línea te-
lefónica por la que impartieron la orden de matar y por eso
les construimos las rutas por las que condujeron los asesinos
cuando salieron a buscar a sus víctimas."
En este caso en particular, a los hombres se los fusilaba y a
las mujeres, niños y ancianos se los condenaba a marchas de
la muerte al desierto sirio.
 También hay que destacar que hubo paralelamente un geno-
cidio 'silencioso': el de la población asiria, que en las ordalías
de la muerte de 1890, y durante la Primera Guerra Mundial,
así como en el período 1922-25, condujo a la masacre de en-
tre 300 mil y 750 mil asirios en el mismo territorio.

 El Genocidio Armenio se inició el 24 de abril de 1915 con
la detención en Constantinopla (actual Estambul) de más de
250 intelectuales armenios. Entre ellos se encontraba Adom
Yarjanian, conocido por su nombre literario Siamanto.
Había nacido en 1878 y fue ejecutado el mismo 24 de abril.
 Por otra parte, Vahan Tekeyan, el único poeta mayor que so-
brevivió a la masacre, se encontraba casualmente en Jerusalén
en el momento de los arrestos masivos. Salvó su vida de ese
modo y vivió exilado en Egipto hasta su muerte.


ADOM YARJANIAN (SIAMANTO)
(1878-1915)



LLANTO

Tú, un extraño, alma gemela,
que dejas atrás el camino de la dicha.
escúchame.
Sé que tus pies inocentes todavía están mojados
con la sangre de los tuyos.
Manos extranjeras han venido y te han tirado
la rosa sublime de la libertad,
que finalmente brotó de los dolores de tu raza.
Deja que su perfume divino intoxique a todos,
deja que todos -aquellos distantes, tu vecino, los desagrade-
                                                                                 [cidos,
vengan y quemen incienso
ante la Diosa de la Justicia
que tú tallaste en la piedra con tu martillo.
Orgullosos sembradores, dejad que otros recojan con sus
                                                                             [guadañas
el trigo que madura en la tierra dorada que labrásteis.
Porque si sóis perseguidos por el crudo Mal,
no olvidéis que habéis nacido
para traer el mundo el fructífero Bien.

Camina por las avenidas jubilosas
y no permitas que los contentos vean en tus ojos
aquella imagen de cadáveres y ceniza.
Dispensa al pasante, sea un buen hombre o un criminal.
Porque el dolor Armenio
emerge en la faz de tus ojos.
Mientras caminas a través del cruce-de-caminos del júbilo,
no permitas que una mota de contento o una lágrima
manchen la majestuosidad del dolor.
Porque para los derrotados las lágrimas son cobardía
y para los victoriosos, la sonrisa es frívola, una arruga.

Mujer armenia, con velos oscureciéndote como la muerte.
Tú, hombre joven con angustia nativa
corriendo por tu rostro,
camina calle abajo sin furia ni odio
y exclama: qué día brillante,
qué sarcástico cavador de tumbas...
qué turba, qué danzas, qué alegría
y cuántas fiestas por todas partes...
Nuestras mortajas rojas son banderas de victoria.
Los huesos de nuestros hermanos son flautas...
con ellos hay otros haciendo músicas extrañas.
Pero no tiembles hermana desconocida,
o hermano de destino.
Mientras estudian las estrellas
cobren ánimo, sigan adelante.
La ley de la vida permanece la misma...
los seres humanos no pueden entenderse entre sí.

Y esta tarde antes de la puesta del sol
todos ustedes regresarán a sus casas,
sean éstas de mármol o de barro,
y calmadamente cerrarán las traicioneras
persianas de sus ventanas.
Ciérrenlas del malvado Capital,
ciérrenlas en la cara de la humanidad,
y en la cara de su dios.
Aún la lámpara sobre su mesa
se extinguirá
por los claros susurros de sus almas.



VAHAN TEKEYAN
(1878-1945)



OLVIDANDO

Olvidando, sí, me olvidaré de todo.
      Uno después de otro. Los caminos que he cruzado.
Los caminos que no crucé. Todo lo que ocurrió.
   Y todo lo que no ocurrió.
   No voy a seguir transportando,
ni arrastrando el pasado silencioso, o ese "yo"
que era más hermoso y más grande
   de lo que jamás podría haber sido.

Me sacudiré los pasos
    que engrosan mente y visión,
y dejaré que mi corazón vea el sol mientras se muere.

Que la luz de una nueva mañana abra mis ojos cerrados.
  Muerte, ¿sos vos la que está acá? Buen Día.
¿O debería decir Buena Oscuridad?


SUEÑO

Soñé que el pesado cielo de pronto abría un portón.
Los cielos de plomo, hundiéndose por el peso
casi aplastándonos, por presionar hacia abajo,
se aflojaron, como un párpado, de modo que podía ver en
ese lugar que ya no era sombrío. Sentado junto
a claras aguas corriendo y campos verdes: niños vívidos,
tímidas novias, y muchachas vírgenes con ojos abatidos
y sonrisas despreocupadas y brillantes.

Felices madres cerca, lágrimas de ternura,
hombres mayores, con un halo de pelo plateado, sobre rocas,
hombres valientes, bendiciendo la paz. Y pastando
a su alrededor, los rebaños de ovejas
de siglos de edad. En la distancia, amordazado, curvado,
un lobo escabulléndose, sorprendido
de volver a ver a sus víctimas.


LE DIREMOS A DIOS (Escrito en 1917)

Si ocurriera que no pudiésemos soportar
esta despareja lucha y drenados
de fuerzas y agonizantes
cayéramos al suelo de la muerte para no levantarnos
y el gran crimen terminase
con los últimos ojos Armenios
cerrándose sin ver un día victorioso,
déjanos jurar que cuando encontremos
a Dios en su paraíso ofreciendo consuelo
para enmendar nuestra pena,
déjanos jurar que rehusaremos
diciendo No, envíanos de vuelta al infierno.
Elegimos el infierno. Me hiciste conocerlo bien.
Conserva tu paraíso para los Turcos.


******


 Hay algo más que semejanzas nominales entre el Genoci-
dio Armenio y el Genocidio Judío. En 1908 los Jóvenes
Turcos, una asociación de líderes nacionalistas que toma-
ron el poder en el Imperio Otomano mediante un violento
golpe de estado, liderados por Enver Pasha, quien usaba
un bigote estilo káiser Guillermo, convirtieron a esa nación
prácticamente en una colonia militar del Reich alemán.
Como a fines del siglo XIX Rusia se había proclamado pro-
tectora de los armenios, como correligionarios cristianos,
éstos pasaron a ser doblemente enemigos para los naciona-
listas turcos, ya que los rusos apoyaban la posibilidad del
separatismo armenio.
El régimen de los Jóvenes Turcos declaró una guerra secre-
ta contra los súbditos armenios. Los oficiales turcos que pro-
testaron por las marchas asesinas a Anatolia Oriental y Siria
fueron ejecutados como traidores. Por cierto, hubo una de-
fensa diplomática, explicando que las matanzas eran una
"acción defensiva contra una insurrección interna". Hasta la
actualidad es la posición oficial del gobierno turco.
Como escribe Tom Reiss en "El orientalista", la extraordi-
naria saga del misterioso escritor de Bakú, Kurban Said, o
Lev Nussimbaum, o Essad Bey: "En 1918, diez años des-
pués de tomar el poder, los jóvenes Turcos habían destruí-
do el imperio otomano, habían llevado a la muerte a millo-
nes de soldados turcos y habían practicado el asesinato en
masa sobre su propia población civil. (La principal distin-
ción de los jóvenes turcos fue la de introducir el genocidio
en el mundo moderno)."

En otra parte: "quien estaba al frente del Ejército del Islam
de Turquía no era otro que Nuri Pasha, el hermano del dic-
tador Enver, el hombre que estaba detrás del genocidio ar-
menio. (...) Lev destaca que en realidad los alemanes contu-
vieron a los turcos en algunos de los derramamientos de san-
gre de aquel setiembre en Bakú, pero los presenta en buena
medida indiferentes con ocasión de la masacre de los arme-
nios. (...) Tan profunda era en aquellos años la implicación
del ejército alemán en la estructura turca de mando, que re-
sultaba imposible absolverlos de toda responsabilidad."

*****

¿Y por qué no agregar acá a Moushegh Ishkhan (1913-
1990)? Huérfano de ambos padres a los 2 años, es otra
consecuencia del Genocidio Armenio: los que pasaron a
vivir en el exilio. Ishkhan fue criado en Beirut, Líbano.
Este es uno de sus poemas.



LA LENGUA ARMENIA ES EL HOGAR DE LOS AR-
MENIOS

La lengua armenia es el hogar de los armenios
La lengua armenia es el hogar
y refugio donde el errante puede poseer
techo y pared y nutrientes cuidados.
Él puede entrar para encontrar amor y orgullo,
encerrando a la hiena y a la tormenta afuera.
Por siglos sus arquitectos han trabajado duro
para darle a sus techos altura.
Cuántos campesinos trabajando
día y noche han mantenido
sus aparadores llenos, sus lámparas encendidas,
sus hornos calientes.
Siempre rejuvenecida, siempre vieja, dura
siglo a siglo sobre el sendero
en el cual todo Armenio puede encontrarla cuando esté
                                                                          [perdido
en la tierra salvaje de su futuro, de su pasado.




BIBLIOGRAFIA
Tom Reiss. El orientalista. Anagrama, 2007.
Carolyn Forché. Against Forgetting. Twentieth Century Poe-
     try of Witness. W.W. Norton & Company, 1993.
Czeslaw Milosz. A Book of Luminous Things. An Interna-
     tional Anthology of Poetry. Harvest, 1996.
Lucas Bärfuss. Cien días. Adriana Hidalgo, 2009.


jueves, 16 de mayo de 2013

UN POEMA DE VIAJE DE SARDIS



Sé lo que debería sentir
¿porque lo he sentido?
¿porque lo dicen?
¿quiénes?
¿quiénes son esos que dicen esas cosas?
en este momento es ese placer de estar
(acá)
de este día-cielo-luz y aire
de este tiempo-hora-instante
y sin embargo
parece haber noticias insabidas
que embargan
lugares imposibles
o solamente imposibles
de habitar
para esto que estará entre el cuerpo y el alma
un poco estrujado
papel invisible
que contiene las palabras claras
que a veces me nombraron
haciéndome creer
que se trataba de mí
ahora estrujado en la mano
de algo
que no sé
ni podría saber
el lugar
incoercible
de cruce
entre no querer ser
y no querer no ser
también y tampoco
tampoco, ¡ésa es la palabra!
tan poco
este casi nada
casi nadie
que no puede evitar
sentir

tanto.

lunes, 13 de mayo de 2013

MAS POEMAS EROTICO-AMOROSOS DE LA ANTIGUA GRECIA



En el período antiguo de Grecia, existían cuatro géneros
literarios bien definidos: la poesía elegíaca (el origen del
nombre es oscuro) que se inició en forma de cantos-de-
guerra, como los de Calino de Efeso (ca. 660 a.C.) y se
transformó luego en poesía amorosa, por ejemplo en Mim-
nermo de Colofón y en Teognis de Megara; la poesía iám-
bica (término probablemente asiático, también de origen
desconocido), definida así por el metro -T.S. Eliot dice,
por ejemplo, que el inglés es hablado en pentámetros iám-
bicos (5 ta DAHS) y que sin duda tanto la Biblia como
Shakespeare están escritos de ese modo: "Y Dios dijo,
que se haga la luz, y se hizo la luz."-; la poesía mélica, o
lírica, que incluye tanto la lírica coral como la personal,
y que difiere tanto en el contenido como en la forma de
los otros dos, siendo sus primeros exponentes Alceo de
Mitilene y Safo de Efeso; y el drama (tragedia y come-
dia).

Tus ojos tienen los párpados cargados
Como si vinieras de la cama,
Tu pelo embrollado
Las mejillas sin color,
El cuerpo pesado.

Si regresas de
Una noche de amor, el regalo que has hecho
Supera a cualquier otro;
Pero si tu amante viene sólo en sueños,
Que todos tus sueños me convoquen.

PAULO SILENTARIO (s. VI d.C.)


EPITAFIO DE LA JOVEN PROMETIDA

Soy Baukis, de la novia.
Cuando cruzas este pedestal amargo
Dile a la muerte
Debajo del suelo,
"Estás envidiosa, ¡oh, muerte!",
Ya que quienes vean
Este monumento
Sabrán
Que el suegro
Quemó a la joven
En la pira
Con las antorchas que no se usaron
En la comitiva nupcial.
Oh, Hymen,
Tú has transformado la canción nupcial
En una marcha fúnebre.

ERINNA (com. s. III a.C.)


MAÑANA

Alba que pone fin a nuestro sueño
También despierta
Al ruidoso ruiseñor

IBICOS (s. VI a.C.)


Los sonidos del amor son agujas en mis oídos.
Mis ojos apagan el amor con ardientes lágrimas.

En busca del amor, noche y día,
Veo al Amor plegando sus alas:

Ni vendrá
Ni saldrá volando.

MELEAGRO (a. II a.C.)


Ninguna gracia,
Pura apariencia:

Ella complace
Pero no puede retener-

Flota como carnada
Sin el anzuelo.

KAPITONOS (fecha incierta, probablemente tardío)


No me dejes
completamente abandonado. Espera

a que la Estrella
de la Mañana sea un fantasma

en el cielo,
un ala pálida

blanca
transportando al sol.

ION de CHIOS (s. V a.C.)


Este hombre; este nadie; vil; este bruto esclavo;
Este hombre es amado, y gobierna el alma de alguien.

BIANOR (Se le ha llamado "Bianor de Bithynia" y tam-
bién "Bianor el Gramático". S. I d.C.)



Quisiera escribir odas de guerra
pero sólo el amor resuena
en mi lira de siete cuerdas

Que otros celebren guerras y batallas.
Yo sólo puedo cantar mi desventura.
No fui vencido por enemigos y sus ejércitos:
fui derrotado por tus ojos y su mirada.

ANACREONTE de Teos (ca. 570 a.C.)


Lloro por Antibia, la virgen,
la fama de cuya modesta belleza
atrajo a muchos pretendientes a su casa paterna
-ya que el Destino hizo volar sus esperanzas.

ANYTE de TEGEA (Sólo sobreviven 19 epigramas
suyos. ¿s. IV a.C.?)


Si alguien está con ella, entonces
Me iré, pero si duerme
Sola por favor dejadme entrar,
Y digan que ebrio atravesé
A los forajidos hasta esta puerta,
Y que el Amor atrevido me guiaba.

POSEIDIPPOS de MACEDONIA (n. ca. 310 a.C.)


Yo toqué a la sensual Hermione.
   Ella tenía puesto un cinturón
con aplicaciones brillantes-
  letras doradas, Kypris: todas hablaban
diciendo, "Ámame
     y olvida que duele
si otro me tiene."

ASCLEPIADES de SAMOS (n. ca. 320 a.C.)



¿De qué sirve la vida cuando el dorado amor se ha ido?
Francamente, preferiría estar muerto que desconocer
El cálido entregarse de una muchacha,
Sus suaves brazos en la cama
De noche: ¡hermosa flor de la juventud que todas las mujeres
Y hombres anhelan!
Cuando llega la vejez
El hombre se siente débil y feo y se arrastra
Bajo un aplastante dolor
Pierde la simple dicha
De mirar al sol.
Los niños lo desprecian.
Le resulta repugnante a las mujeres jóvenes- en este triste
Callejón ciego que Dios ha hecho de la vejez.

MIMNERNOS (600 a.C.)



Qué blanco
Su brazo

Mientras se alza
Curvándose

Para arrojar...

Hacia los
Vítores de
Esos hombres jóvenes

BAQUILIDES (s. V a.C.)
["Hay nueve Poetas Líricos", escribió Eustatio en su
Introducción a Píndaro, "Alcman, Alkaio, Safo, Este-
sícoro, Ibico, Anacreonte, Simonides, Baquílides y Pin-
daro".]



LAMENTO

Las estrellas y los ríos
y las olas
te llaman de regreso.

PINDARO (n. en 518 a.C. en Boiotia, murió a los ochenta
en Sicilia, en 438 a.C.)


SOCRATES A SU AMANTE

Mientras besaba a Agatón mi alma inflamó mis labios
ahí se detuvo, doliente, habiendo querido saltar a él.

PLATON [429- 347 a.C. Discípulo de Sócrates y funda-
dor de la Academia]


DIALOGO

"Echale una fuerte mirada a la delgaducha Diocleia.
Es una Afrodita flaca,
pero dulce."

"Nada se interpondrá entre nosotros;
cuando esté acostado sobre sus flacos pechos
estaré apretando directamente su corazón."

MARCO ARGENTARIO (Principios de la Era Cristiana)


UN CAMINO AL CORAZON

Ven suavemente
y frota mirra aromática sobre sus pechos:
la cueva vacía que rodea su corazón.

ANACREONTE (N. en Teos, Asia Menor, circa 572 a.C.
Murió en Atenas, para entonces convertida en una demo-
cracia, a los 85, en 490 a.C.)


Ahora
en mi corazón
veo claramente

un hermoso
rostro
resplandeciente

delineado
por el amor.

SAFO (Entre s VII y VI a.C. Petisa y morocha, la mayor
poeta lírica de la antigüedad. Dijo de ella Platón: "Algunos
dicen nueve Musas- pero cuenten de nuevo, miren a la dé-
cima: Safo de Lesbos")


ELOGIO DE LAS MUJERES

Sólo en dos ocasiones son las mujeres
algo diferente de una aflicción:
en el lecho nupcial
y
en la tumba.

PALLADAS de ALEJANDRIA (fines del s. IV d.C.)


SOBRE EL AMOR

El amor es tres veces un ladrón,
no importa cómo lo tomes:
Está desesperado,
insomne
y nos desnuda.

DIOFANES de MYRINA (Poeta desconocido de época in-
cierta que aparece en la Antología Griega)


El beso de Europa sería dulce
si descansase apenas sobre los labios,
el más suave toque sobre la boca.
Pero más, mucho más que esto:
ella aprieta fuerte
y arranca el alma de mis profundidades.

RUFINO (¿Período romano o Bizantino? Fechas inciertas.)


Aquí, debajo de esta piedra, yo yazgo,
la famosa mujer que se desprendió de su ropa
por un solo hombre.

ANONIMO


Y ahora peinas y trenzas tus cabellos,
y ahora te pintas las uñas.
Y ahora te vistes para alguien
en los ricos púrpuras rojizos del oceáno.

Pero mis ojos sólo ven a Ródope,
que está en algún lugar lejano.
Y yo, solo, ni siquiera soporto
ver la Estrella de la Mañana.

PAULO SILENTARIO (Pablo, llamado Silentario -"secre-
tario privado"- era un alto funcionario de la corte de Justi-
niano, ca. 560 d.C.)


Mirar y codiciar no es amor.
Aquel que confía demasiado en sus ojos es ciego.

Pero aquel que ve en un rostro sencillo
la belleza y la luz interior-

ése conoce el horno del fuego del amor.
La belleza toca a aquellos que conocen su forma.

MARCO ARGENTARIO


Yo sería una blanda rosa
en tu amable mano, descansando
sobre las cálidas nieves
de tu amoroso pecho.

ANONIMO


Xantipe, cantando con su lira,
con susurrantes ojos
enciende mi alma en llamas.

¿Pero cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo?
Todo es incierto.
Excepto que mi alma arde.

FILODEMO (110- 35 a.C. Maestro de filosofía griega
entre los romanos, influyó en Virgilio y en Horacio. Han
sobrevivido alrededor de 25 de sus epigramas en la Antolo-
gía Griega.)


Algo hay ahí, por Pan que hay algo escondido-
Por Dioniso, ¡fuego detrás de las cenizas!
He perdido mi temple: no quiero enredarme. A menudo
Los muros son furtivamente roídos por callados arroyos,
Y temo, Menexeno, que este silencioso
Reptante logrará penetrar en mi interior, y arrojarme
Al amor.

CALIMACO de KYRENE (c.300-240 a.C. Hemos tradu-
ducido en otra ocasión, con el título del "Mejor Epigrama",
un famoso y 'perfecto' epigrama suyo.)


Yaces dormida, Zenófila, delicado capullo.
Sobre tu cuerpo, encima de tus párpados
quisiera extenderme,
como lo hace el sueño.

Del propio sueño cuya magia
cierra los ojos de los dioses,
el vuelo impediría,
para llegar, bien que sin alas,
yo solo a poseerte.

MELEAGRO de GADARA (n. ca. 140 a.C., murió a los
70 años, ca. 70 a.C. Su importancia no se limita a sus pro-
pios poemas, sino al haber sido uno de los más destacados
compiladores de la Antología Griega.)


BIBLIOGRAFIA

Peter Jay. The Greek Anthology. Penguin, 1981.
Constantine Trypanis. The Penguin Book of Greek Verse.
                                    Penguin, 1984.
M.L. West. Greek Lyric Poetry, Oxford Univ. Press, 1993.
Bradely Nystrom. The Song of Eros. Southern Illinois Univ.
                             Press, 1991.
Stephen Bertman. Erotic Love Poems of Greece and Rome.
                     New American Library, 2005.
Dudley Fits. Poems from the Greek Anthology. New Direc-
                    tions, 1956.
Willis Barnstone. Greek Lyric Poetry. Bantam, 1962.
Sam Hamill. The Infinite Moment. Poems from Ancient
                    Greek. New Directions, 1992.

domingo, 5 de mayo de 2013

FRASES

 Frases como fresas entre las fresas.
 De eso, la sangre.
 Frases que, se dan cuenta... frases que se dan cuenta
 No operan sobre la realidad
 No enlazan la infinidad
en racimos
 ¿Deportadas del reino del lenguaje?
 ¿A cuál? ¿A cuáles?
 Si lo que puede ser dicho puede ser dicho
ya no me interesa
 Las frases, ¿siguen cauces
como los cursos de agua
necesitan una hondura en la superficie de algo?
 Se detiene el cursor de la frase
 ¿Y cómo es que un nombre se transforma
en el sonido de la ausencia silenciosa?
 Un nombre se transforma en sombra de la sombra
 No hay que olvidarse
que es posible que las palabras tengan lazos ocultos
con lo real
 Y que las sombras/sobras del sonido de las palabras
creen realidad
 Fijadas en lo infijable
 Infijando lo fijo

 Transmutaciones
 Pasaje de reinos
 La frase ha transformado el objeto en una visión
 Diferencia mínima
 Y nada se posee
 Sólo el intercambio
 De reinos
 ¿Fijar el tiempo?
 Permutarlo.
 'Inversiones'

 Un sonido ha hecho un agujero
en el cuerpo
 Una frase es la aguja
 Una palabra es el hilo
 Nos cosemos
al vacío de lo real
 
 Unas frases sopladas en la pelusa del oído
 Nos cosemos unos a otros
para que no nos vacíe lo real

 Primera frase
 Dicha
 Dicha de lo dicho
 
 ¡Estamos de este lado!

 Hilo hecho de ecos y de sombras
 Cosiéndome a vos


                                    [Se preguntaba
              ¿Qué pueden hacer,
              qué pueden hacer
                   estas palabras?
              
              Señalar hacia algo
              alguna parte
              como quien avisa
              que viene una tormenta
              que llega el otoño
              que vuela un pájaro.]

 

viernes, 3 de mayo de 2013

LA MUERTE Y TAMBIEN DYLAN THOMAS



Tuvo un sueño. (Cada vez que escucho esa expresión,
me acuerdo de Bruno S., el Kaspar Hauser de Herzog,
que en su lecho de muerte, después del último misterioso
atentado contra su vida, dice muy solemnemente, así como
se expresa él casi siempre, dándole un valor muy grande a
las palabras: "Tuuve un suueño...", y ahí vienen unas imá-
genes borrosas de un paraje desértico con algunas personas
moviéndose en una suerte de niebla vibrátil- que Herzog
dirá después que correponden a las imágenes filmadas por
su hermano en un viaje al norte de Africa.)
 Tuvo un sueño en el cual la muerte se había escapado de
su forzado aislamiento. Ese Gulag al cual la enviamos pa-
ra que no nos recuerde su existencia, que significa la in-
existencia nuestra. Regresó en un sueño, con su exceso de
realidad, abrumando la que construímos en su contra.
 Era la muerte y él decía que había tenido una idea ante
su presencia: quería saludar una a una a todas las personas
que recordaba haber conocido. Pero, agrega, no era una es-
tratagema como la de las Mil y Una Noches. Era un deseo
que se imponía con toda su lógica. No atrasaba nada, todo
era en el mismo momento. Porque era un momento intenso,
el de la resignificación de lo vivido, justamente. Estaba sen-
tado afuera, en un amplio patio, con el rostro y los gestos de
otro, desconocido pero él mismo.
[Un loco dice en "Piedra infernal", la novela de Lowry, "Todos y cada uno de los hom-
bres con los que me crucé, paralíticos o no, se me han grabado en la cabeza con
la nitidez de un Durero".]
 En el sueño siguiente estaba en la cocina de una casa de cam-
po, con su mujer y mientras le contaba lo que había soñado
había chocolate, un chocolate grueso y frutado, muy rico,
muuy muy rico. Y comía ese chocolate sin que el placer di-
sipara del todo la verdad del primer sueño, pero convirtién-
dolo sin querer en eso: un sueño, sólo un sueño.
"Come chocolate, niña, come chocolate", decía Pessoa en
Tabaquería.
Después leyó un poema de Dylan Thomas, sólo porque es-
taba anotado en un cuaderno. Y sólo porque sucedió todo
el mismo día.

El soñante se fue y el cuaderno quedó abierto.

Y LA MUERTE NO TENDRA DOMINIO, de Dylan Tho-
mas (1914-1953)

Y la muerte no tendrá dominio.
Los hombres desnudos han de ser un solo
con el hombre en el viento y la luna poniente;
cuando sus huesos queden limpios y los limpios huesos
                                                                      [se dispersen,
ellos tendrán estrellas en el codo y el pie;
aunque se vuelvan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar de nuevo surgirán,
aunque se pierdan los amantes, no se perderá el amor;
y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Los que hace tiempo yacen
bajo los dédalos del mar no han de morir entre los vientos,
retorcidos de angustia cuando los nervios cedan,
atados a una rueda no serán destrozados;
la fe, en sus manos, ha de partirse en dos,
y habrán de traspasarles los males unicornes;
rotos todos los cabos, ellos no estallarán.
Y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Ya las gaviotas no gritarán en los oídos
ni romperán las olas sonoras en las playas;
donde alentó una flor, otra flor tal vez nunca
levante su cabeza a los embates de la lluvia;
y aunque ellos estén locos y totalmente muertos
sus cabezas martillearán en las margaritas;
irrumpirán al sol hasta que el sol sucumba,
y la muerte no tendrá dominio.

Acaso una manera de decir que la poesía puede llegar
a ser una escapatoria, una forma de burlar la muerte.
Dylan Thomas murió alcoholizado a los 39 años de edad.
¿Desmentirían su soledad y su alcoholismo esta ilusión?
"He tomado 18 whiskies seguidos, creo que es un buen re-
cord", fueron sus últimas palabras. Esa noche, en Nueva
York, entró en coma, para morir cinco días después.
Pero acá está el poema, ¿no?

[La versión es de Elizabeth Azcona Cranwell. El libro se llama "Poemas completos",
y lo publicó Corregidor en 1974.
He aquí otra versión, la de E.L. Revol, en "Poesía inglesa contemporánea", editada
por Fausto en el mismo año.

Y LA MUERTE NO TENDRA DOMINIO

Y la muerte no tendrá dominio.
Los muertos desnudos se unirán
Con el hombre al viento y la luna del oeste;
Cuando sus huesos queden limpios y los limpios huesos ya no estén,
Tendrán estrellas en codo y pie;
Por más que enloquezcan estarán cuerdos,
Por más que se hundan hasta el fondo del mar volverán a surgir;
Por más que los amantes se pierdan, el amor no se ha de perder;
Y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Bajo las vueltas del mar
Quienes yazgan largo no morirán asustados;
Retorciéndose en la tortura cuando los tendones no den más,
Amarrados a una rueda, aún así no se romperán;
La fe en sus manos se partirá en dos
Y los males del unicornio los atravesarán;
Hendidos y exhaustos no reventarán;
Y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Acaso las gaviotas ya no chillen en sus oídos
Ni rompan retumbantes las olas en las playas;
Donde se abrió una flor acaso una flor no
Alce más su cabeza a los golpes de la lluvia;
Aunque estén locos y ya duros como piedra
Las cabezas de los caracteres martillarán a través de las margaritas;
Domarán el sol hasta que el sol se desmorone
Y la muerte no tendrá dominio. ]

También, para repetir la secuencia de los sueños de aquel
soñante, agrego unas notas cálidas y graciosas del talento-
so Julian Maclaren-Ross acerca de Thomas.
"Subimos juntos en el ascensor del número 1 de Golden
Square sin decir una sola palabra; ninguno sabía quién era
el otro. Dylan llevaba puesto un sombrero verde de ala an-
gosta que le llegaba casi hasta la altura de los ojos, ligera-
mente saltones, como esas bolitas que usábamos en Francia
cuando yo era niño pero de un marrón más oscuro. La boca
carnosa se asentaba casi al final de su rostro redondo y re-
gordete, una colilla de cigarrillo colgándole del labio infe-
rior. Su nariz era protuberante y brillosa. Tiempo después él
me contó que, todas las mañanas, solía frotársela con el puño
delante del espejo hasta que brillara a su gusto, como un ama
de casa puliría un picaporte o yo la empuñadura de plata del
bastón de Malaca que usaba en esa época."
[De "Noches en Fitzrovia", publicado por La Bestia Equilá-
tera]



Y, ¿por qué no?, hay algo que dice Isaac Lenau, en
Marginalia, que me dejó una sombra de sensación:
"El duelo", dice Lenau, "es el ritual por el cual la men-
te intenta revivir a los muertos, pero sólo consigue e-
vocar su recuerdo."