domingo, 28 de abril de 2013

LOS POEMAS DEL GULAG DE HORST BIENEK

 







Arrestado en Berlín Oriental a la edad de 21 años, acusado
de ofensa política, sentenciado a 25 años de trabajos forzados
y deportado al temible campo de trabajo-esclavo de Vorkuta,
Bienek dice "Yo no elegí los temas de mi poesía, ellos me
fueron impuestos."
 Su obra previa es de tono romántico, hablan del aislamiento
y del dolor, pero después de su detención, Bienek habla por
él y por millones.
 Parece un tema poco explorado de la literatura en general,
algo que divide las aguas: aquellos que han pasado por cir-
cunstancias catastróficas (guerras, orfandades tempranas,
genocidios, cataclismos, loqueros, prisiones, daños corporales importantes, persecución política, racial o ideológica) y aque-
llos que han vivido lejos de esas circunstancias que trastocan
y deforman cualquier rumbo previo. Y, a veces, hay que de-
cirlo, aunque suene paradojal y extraño -como todo lo real-
hasta se puede sentir un poco de envidia por aquellos que han debido soportar lo extremo y han sobrevivido, y en sus escritos
se dedican a dar cuenta de ello.

 Bienek nació en la Alta Silesia en 1930. Sin embargo, esta
zona ha estado bajo la administración polaca desde 1945.
Su madre era de origen polaco, y en su casa se hablaba
tanto en polaco como en alemán. Su pueblo natal, Gleiwitz,
fue justamente el lugar que los nazis eligieron para, disfra-
zados de soldados polacos, generar incidentes que dieron
excusa a la invasión de Polonia por sus ejércitos.

Horst Bienek murió en 1990.


TUNDRA

Paisaje de cenizas
Donde los tambores aturden
Al pasto oxidado que
Tañe en el viento-hielo.

Ninguno ha contemplado
Tu formulae
Rascas la piel solo
De los hombres que mueren.

Del moho de la tundra
Brota una bizarra
Y desconocida jungla
De alambre de púa.


VORKUTA

En Vorkuta ningún discípulo del Señor
camina la tundra que espumea verde.
Aquí no hay ningún alimentar a los cinco mil.
Aquí un sueño muere cada día
en el aún incierto amanecer.

En Vorkuta no se pudre ninguna ametralladora.
Quienquiera se canse escuchará la cantatat
de la tormenta de nieve en el alambre de púas
y bordará con su propia sangre
un interminable grabado en su negra camisa-katorga.

Ni en Vorkuta
es la oración de los muertos una oración
y los labios de los vivos
son labios oxidados, barras de hierro,
tras los cuales la lengua se ulcera y se pudre.

En Vorkuta ninguna viuda
cubre su cabello con un velo.
Sus pechos todavía tiemblan
cuando piensa en la soledad
que rodea al arqueante cuerpo de un hombre.

En Vorkuta nadie cava una tumba
para las esperanzas desmigajadas.
Y no hay nadie para llorar
cuando los cuepos abandonados
derivan por los ríos con la nieve derretida.

[Vorkuta: ciudad minera que forma parte del Gulag sovié-
tico, 50 kms al norte del Círculo Polar Artico. Es el mayor
Gulag de la parte europea de la Unión Soviética. Allí tuvo
lugar un levantamiento en 1952, seguido de una feroz repre-
sión. Luego de la caída de Beria (el monje negro de Stalin),
y de los once días de sangriento castigo a los rebeldes, algu-
nos prisioneros fueron liberados, aunque se los obligó a esta-
blecerse en esos remotos territorios.]


LOS DISPAROS DE MEDIANOCHE

1
Los primeros disparos se oyeron hacia la medianoche

2
Amo las mágicas fórmulas de la noche
Amo el sol negro de la noche en la tundra
Amo las flamígeras tormentas de la mañana
Pero ahora sufro los agonizantes disparos a la medianoche

3
Junto polvo para cubrir
a los muertos de la medianoche
que el cielo no enfurezca
cuando vea sus rostros
¿Pero quién junta para los sobrevivientes?

4
¡Tú caído! transforma
los agonizantes disparos de la medianoche
en madurante veranoy habrá un interminable festival
y ustedes los reyes
entre aquellos que serán alabados

5
La cosecha de Katorga ha llenado todos los graneros de
                                                                               [sueños
Los trabajadores de las montañas Urales han partido para
                                                                        [sus hogares
La tierra yace desierta y pudriéndose bajo el fuego polar


KATORGA*

Quién excepto
     yo mismo está aquí a mi lado
Sombra de la sombra de una ametralladora
     San Vladimir
     toda causa y toda ocasión
los fuegos se apagan
las sílabas mueren
     debajo de la lengua
     la palabra se desmorona

[* Katorga. En griego: galera. Es el sistema penal que rige
desde la Rusia Imperial hasta la Siberia soviética.]


LOS SILOS DEL TORMENTO

No llorados ni lamentados
Estamos paleando
En los silos del tormento
Donde la culpa de los vivientes,
La culpa de los muertos
Pero no la culpa de los que fueron asesinados
Ha sido almacenada por eras.

No llorados no lamentados
Estamos paleando
En los silos del tormento,
Midiendo la culpa:
Desde ahora a la eternidad.
Juntándola, clasificándola, almacenándola
Dentro del laberinto de categorías de la culpa
Que está señalado con cifras mágicas.

No llorados no lamentados
Estamos paleando
En los silos del tormento
Y nuestros doblados cuerpos
Se enderezan sólo por segundos
Cuando con inertes manos
Escribimos dígitos semejantes a esfinges en los muros.
(Registros del dolor).

Y encorvados ya no vemos
Cómo nuevos números están siendo
Insciptos por desconocidas manos,
Cómo redes mortíferas,
Tejidas desde el más y el menos,
Aparecen en los muros,
Coordinadas, nomogramas,Formulae, rezos,
Ecuaciones matemáticas de culpa y dolor,
Cálculos de pecado y arrepentimiento,
Paralelogramas de tormento.

Y a veces alguno de nosotros
Deja caer su pala
Sale caminando sediento
Y nunca regresa.

Pero todavía hay paleados
No llorados no lamentados
En los silos del tormento,
Al cual fuimos desaparecidos
Por los Comisarios de la Razón.


EL MITO DEL TIEMPO

El mito del tiempo se desintegra
Los pájaros se lamentan suavemente en el viento
Tú elegiste la celda en la que duermes
La verdad puede que viva tú pasaste los portones
Y te casaste con el sueño que lloras
Los pájaros se lamentan suavemente en el viento
El mito del tiempo se desintegra


BIBLIOGRAFIA

Johannes Bobrowski and Horst Bienek. Selected Poems. Penguin, 1971.


sábado, 27 de abril de 2013

POEMAS DE BLAISE CENDRARS







Es bueno recordar de cuando en cuando a grandes poetas
cuya difusión mengua con el paso del tiempo. Blaise Cen-
drars, nacido en Suiza en 1877, pero francés hasta la médu-
la, escribió también algunas novelas y fue un gran viajero.
Uno de sus primeros recorridos fue objeto de su poesía:
"Prosa del Transiberiano y de la pequeña Jeanne de Fran-
cia". Cendrars se enroló muy joven en la Legión Extranje-
ra y luego debió participar de la Primera Guerra Mundial,
sufriendo la desgracia de perder allí su brazo derecho. Por
supuesto que ese hecho lo marcó de por vida, ya que era
tanto su brazo de escritor como su brazo de músico. Sin
embargo, la obra de este magnífico poeta destila amor a
la vida, a las mujeres y al arte.
Va aquí una pequeña muestra de su poesía.

CONTRASTES

Las ventanas de mi poesía están ampliamente abiertas a
      las ramblas y a sus vidrieras
Brillo
Joyas de luz
Escuchen a los violines de las limusinas y a los xilofones
     de los linotipistas
El pintor inepto lava con un trapo de cielo
Todo es salpicados de color
Y los sombreros de las mujeres que pasan son cometas
     en las hogueras del crepúsculo

Unidad
Ya no hay unidad
Todos los relojes muestran ahora la medianoche después
     de haber sido atrasados diez minutos
Ya no hay más tiempo.
Ya no hay más dinero,
En la legislatura
Están echando a perder los maravillosos elementos de la
     la materia elemental

En el bar de la esquina
Los trabajadores en camisas azules beben vino rojo
Cada sábado gallina en la olla
Juegan
Apuestan
De cuando en cuando un bandido pasa en un auto
O un niño juega con el Arco de Triunfo...
Le aconsejo al Sr. Grande que acuartele a sus protegidos
     en la Torre Eiffel

Hoy
Cambio de dueño
El Espíritu Santo está de liquidación en los negocios más
    pequeños
Con creciente deleite leo las tiras de calicó
De caléndula
Sólo las piedras pómez de la Sorbona nunca están florecien-
       do
Los paneles publicitarios de "Samaritan's" roturan el Sena
Y sobre el San Severin
Puedo oir
El sonar excitado del tróley

Están lloviendo lamparitas eléctricas
El metro de la Gare Montrouge del Este Norte-Sur el mundo
de las barcas de turistas
Todo está envuelto en halos
Impenetrable
En la Rue de Buci venden a domicilio L'Intransigent y
     Paris-Sports
El aeropuerto celestial es ahora, en llamas, un cuadro de
    Cimabue
Mientras que en primer plano
Los hombres son
Largos
Oscuros
Tristes
Y fumando, chimeneas de fábrica

                                                            Octubre de l913.


RETRATO

Él está durmiendo
Él está despierto
De repente, él pinta
Toma una iglesia y pinta con una iglesia
Toma una vaca y pinta con una vaca
Con una sardina
Con cabezas, manos, cuchillos
Él pinta con un pene de toro
Él pinta con todas las malas pasiones de una pequeña ciu-
      dad Judía
Con toda la alzada sexualidad de la Rusia provincial
Por Francia
Sin sensualidad
Él pinta con sus muslos
Él tiene ojos en el culo
Y de pronto es tu retrato
Eres tú lector
Soy yo
Es él
Es su novia
Es el almacenero de la esquina
La ordeñadora
La comadrona
Hay baldes de sangre
Los recién nacidos son bañados en ellos
Cielos atormentados
Bocas modernísticas
La Torre espiralando
Manos
Cristo
Él es Cristo
Se pasó la infancia en la Cruz
Él se suicida todos los días
De repente, él ya no está pintando
Él está despierto
Él está dormido ahora
Se está ahorcando con su corbata
Chagall está sorprendido de estar aún con vida


MI DANZA

Platón rehúsa la ciudadanía de los poetas
Judío errante
Don Juan metafísico
Amigos, relaciones
Has olvidado tus costumbres y no has adquirido hábitos
Debes escapar de la tiranía de las revistas
Literatura
Vida empobrecida
Orgullo mal ubicado
Máscara
Mujer, la danza que Nietzsche quería enseñarnos a bailar
Mujer
Pero ¿la ironía?
Siempre yendo y viniendo
Una forma especial de vagabundeo
Todos los hombres, todos los países
Así es como ya no eres una carga
Eres ingrávido

Soy un caballero que está cruzando siempre la misma Eu-
     ropa en fabulosos trenes expreso y que con desesperanza
     mira por la ventanilla
El paisaje ya no me interesa
Pero la danza del paisaje
Danza-paisaje
Ladeedadeeda
Estoy virando en todas las direcciones


SOBRE EL VESTIDO ELLA TIENE UN CUERPO

El cuerpo de una mujer es tan montañoso como mi cráneo
Todo-glorioso
La materia se vuelve ingeniosamente carne
Hacer vestidos es un trabajo tonto
Como la frenología
Mis ojos son pesas que pesan la sensualidad de las mujeres

Todo lo que huye, inunda se mueve hacia las profundidades
Las estrellas vacían los cielos
Los colores se desnudan
"Sobre el vestido ella tiene un cuerpo"

Debajo de sus brazos brezos manos medialunas y pistilos
     mientras las aguas se vacían en su espalda con las cuchi-
     llas de sus glaucos hombros
Su estómago un inquieto disco
El doble casco de sus pechos pasa bajo el puente arcoiris
Estómago
Disco
Sol
Los gritos perpendiculares de los colores caen sobre sus
    muslos
"La espada de Saint Michael"

Hay manos que se extienden
Hay en su tren esa bestia todos los ojos todas las bandas
    todos los habitués del Bullier Dance Hall
Y sobre su cadera
El poeta ha firmado su nombre

                                                                 Febrero de 1914.



EN LAS CINCO ESQUINAS

Atreverse y hacer un estruendo
Todo es color movimiento explosión luz
La vida florece en las ventanas del sol
Que se derrite en mi boca
Yo estoy maduro
Y yo caigo translúcido a la calle

Bromeas, mi viejo

¿Acaso no sé abrir los ojos
Boca de oro
La poesía está en juego.

                                                                 Febrero 1914.



MARC CHAGALL

 El hombre está solo... bastante solo. Al nacer se cayó en
una bañera.
 Está lloviendo esta noche. Está oscuro. Me parece oír en
el silencio pesados pasos en charcos de agua. Es el gigan-
tesco andar de las nubes desplazándose por el cielo. ¿Pero
existe aun un cielo? Toco en todos sus puntos el corazón
pisoteado del Hombre, ese corazón oscuro, pisoteado, mo-
lido por el pesado pasar del sufrimiento y del llanto.
 Está lloviendo sangre.
 ¡Las ruedas de la locura giran en los surcos del cielo y sal-
pican con barro la cara de Dios! Las nubes saltan como en
estupor.
 La luna sigue hinchándose. No, se trata de la cara de Dios.
Una cara lisa, desolada- Una pelada, muy redonda cabeza.
Se pensaría que la boca estaba por hundirse. Dos lágrimas
se aferran a las mejillas.
 Ah, creo que es mi propia cabeza balanceándose, desolada,
en el espacio.
 Una nube se mueve.
 Dos pies de oso se paran sobre mis hombros, y, ahí arriba,
una lengua carnal lame los los ojos de Dios. Ahora sólo
puedo ver mi rostro en las nubes y una lengua de perro sur-
giendo como un dardo caliente, de una nube.
 Algo se mueve. Una sección de la noche cae en ruinas.
¿Eres tú, mujer?
 Lástima.

                                                                                     1912.



Cendrars murió en París, el 21 de enero de 1961.       
Dijo de él Henry Miller: "Él fue una especie de Brahmán
à rebours, como decía de sí mismo, un Brahmán que es el
enviado plenipotenciario del principio activo mismo. Él es
el hombre del sueño que él está soñando, y será eso hasta
que el sueño termine."

BIBLIOGRAFIA
Blaise Cendrars. Selected Writings. New Directions, 1966.

sábado, 20 de abril de 2013

TRES LUCES

  Pocas veces, a pesar de la cantidad de los intentos, se en-
cuentra uno en medio de un maravilloso campo emocional
en la literatura. Salvo a través de ciertos momentos de los
vínculos -en los que juega el cuerpo- no creo que exista nin-
guna manera comparable para acceder a toda clase de emo-
ciones, a tantas formas del pensamiento y de maneras de
experimentar y de situarse en el mundo.

  Como dice Robert Walser en una de sus glosas, llamada
"El solitario": "cuán bello es diluirse en el sentimiento."

  He leído, otra vez -porque, como suele ocurrir con los li-
bros que más nos gustan, lo había perdido- uno de los tex-
tos más preciosos. Una obra que llamaría 'perfecta' si no
fuese porque perfeccción y sensibilidad corren por carriles
diversos.

  Esta entrada es sólo para compartir estas tres luces.

  Así se llama este librito de Claire Keegan que, en sus se-
tenta páginas, logra despertar un número mucho mayor de
emociones.

  Cuesta imaginar por qué procedimiento puede no sólo es-
ta autora irlandesa, sino cualquier otro escritor de cualquier
tiempo y lugar, crear una belleza tal, salvo habiéndola vivi-
do y conservándola deliciosamente viva.

  Aquí está la luz que enciende Claire Keegan en la penum-
bra de una niña de ¿cuántos: 8, 10 años? Una luz suficiente
para no olvidarla nunca.

             
 

domingo, 7 de abril de 2013

UN CATALOGO DE PREGUNTAS





Prefiero las preguntas que no buscan respuesta. Las que
son preguntas y quieren sostener su incompleta existen-
cia sólo preguntando. Cuando los físicos teóricos dicen
que no buscan respuestas a las preguntas, sino que están
interesados en mejorar las preguntas.
Una pregunta es ese momento de detención de la hormi-
ga más minúscula, que hasta ahí parecía saber muy bien
hacia dónde se dirigía y, de pronto, no está tan segura.
El contrario de la pregunta es la aseveración.
La certeza o la certidumbre.
Los discursos de la certidumbre terminan convirtiéndose
en eco y suenan como moscas dentro de un frasco.
(Y Wittgenstein...)
Las preguntas se dedican a multiplicar las posibilidades.
Abren el abanico, el muestrario del mundo.
Expanden las fronteras del territorio del lenguaje,
el territorio 'humano'.
No aquel que nos pertenece, sino aquel al que pertenece-
mos.
La pregunta hace que el que se había detenido siga adelan-
te.
También la angustia es una pregunta.
Un poquito más difícil de eludir.
Una pregunta nos lleva al no saber del saber.
A la inconclusión, a la inconclusividad.

Una pregunta (question, en inglés) es una búsqueda (quest),
nos recuerda Eliot Weinberger. Y también que el verbo grie-
go historein significa "preguntar".

Heidegger, por su parte,  ubica la pregunta, la capacidad pa-
ra la pregunta, del lado de los existentes  y más allá de la vi-
da; la pregunta les pertenece a aquellos que pueden la muer-
te.



Las preguntas son curvas, las aseveraciones rectas.
Cada una está representada por un signo acorde a su natu-
raleza.
Supongo que es en esta clase de registro que Sir Thomas
Browne escribió: "El día número dos, o sea la parte feme-
nina del cinco".

Dime, ¿de verdad no volveremos a encontrarnos nunca más?
Henri MICHAUX. Poemas.

¿Te recordaré como una catástrofe
desgarrándome entre las piernas, dientes minúsculos que me
                                         hienden el labio.
lengua tocada con sal por la que mi lengua está loca?
Richard GWYN. Ciudades y recuerdos.

¿Quién va a leer alguna vez en algún lado estas palabras escri-
tas? Signos sobre un campo blanco.
James JOYCE. Ulises.

¿Qué raíces se aferran, cuáles ramas
De esta pétrea basura germinan? Hijo de hombre,
Tú no puedes decirlo o suponerlo, porque sólo conoces
Un haz de imágenes rotas, donde se abate el sol...
Thomas S. ELIOT. La tierra baldía.

Celebrar. Sí, ¿pero qué?
Friedrich HÖLDERLIN (Cit. en Caspar Henderson : "El ma-
pa de las maravillas".)

¿A quién le tocará
entrar a toda carrera
en la llama de la culpa
para apagarla
con su propio cuerpo?
Marie LUNDQUIST. En R.Vázquez Díaz, "Mujeres en el Nor-
te. 13 poetas suecas".

¿Por qué, por qué sentimos...
 esta dulce sensación de alegría?
Elizabeth BISHOP. (id.)

¿Sabe el azar lo que quiere?
Frase sin mención del autor. Epígrafe de Wolf Wondratschek,
"Autorretrato con piano ruso".

Si empiezo a contarle la historia y no la termino, o si la empie-
zo pero no se la cuento como es debido, tal cual ocurrió, en
el momento, el lugar y las circunstancias precisas, respetando 
la sucesión correcta de consecuencias, ¿acaso la historia no 
perdurará entonces como un ahogado, que no cesa de habitar 
los mares igual que un espectro?
Joy WILLIAMS. Estado de gracia. (Escritura en el más alto
nivel)


Sin embargo, todas las cosas ocurren sólo un cierto núme-
ro de veces, en realidad muy pocas. ¿Cuántas veces recor-
darás cierta tarde de tu infancia, una tarde que es parte tan 
entrañable de tu ser que no puedes concebir siquiera tu vi-
da sin ella? Quizá cuatro o cinco veces más. Quizá ni eso.
¿Cuántas veces más mirarás salir la luna llena? Quizá vein-
te. Y sin embargo todo parece ilimitado.
Paul BOWLES. El cielo protector.

¿Diré que he ido al atardecer por calles estrechas
Y que he mirado el humo que se alza de las pipas
De hombres solitarios, en mangas de camisa, asomados
                 a las ventanas?
T.S. ELIOT. La canción de amor de J. Alfred Prufrock.

Con una ausencia de literatura como la que hay, ¿qué otra
cosa puede hacer un hombre de genio si no es convertirse
él mismo en una literatura? Con una ausencia de gente con 
la que se pueda coexistir como la que hay, ¿qué otra cosa
puede hacer un hombre sensible si no es inventarse sus
propios amigos, o al menos sus compañeros intelectuales?
Fernando PESSOA. Cit. por Harold Bloom en "Genios.
Un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares."

Mientras permanece la cuestión, la exigencia moral, el des-
tello de dignidad que mantiene en vida al hombre no se apa-
ga. El primer día en Auschwitz, un guardia le dice a Primo
[Levi]: <Hier ist kein Warum>, "Aquí no hay porqué". La
imposibilidad de preguntar indica el final de toda esperan-
za, equivale al 'Lasciate ogni speranza' del pórtico del In-
fierno.
Francois RASTIER. Ulises en Auschwitz.

una convicción simple y concreta de que el mundo estaba a mi disposición. Pero ¿no era extraño pensar eso, cuando estaba 
por fin en casa? ¿O estar en casa significa precisamente eso: es-
tar en un lugar desde el cual, de repente, todo el mundo es posi-
ble?
Hisham MATAR. El regreso.

nosotras proscribimos la pregunta: "¿Por qué lo han dete-
nido?". "¿Por qué?" - gritaba furiosa Ajmátova cuando al-
guien de nuestro entorno, contagiado por el estilo general
hacía esa pregunta- ¿Cómo por qué? Ya es hora de saber
que a la gente se la detiene por nada".
Nadiezhda MANDELSTAM. Contra toda esperanza.

¿Cómo puede dormir un organismo infestado de pensamien-
tos? ¿Cómo se puede dormir en un organismo infestado de
pensamientos?
Valerio MAGRELLI. La vecindad de la carne.

Me pregunto si en mi vida he sido feliz un solo día.
Charles BABBAGE. Cit. por Hans M. Enzensberger en "Mau-
soleo". (C.B.: matemático y científico británico. 1791-1871).

¿Sabe el azar lo que quiere?
Epígrafe (sin señalar autor) de Wolf Wondratschek: Auto-
rretrato con piano ruso.

(El agua,
¿desde hace cuántos millones de años, el agua.
tiene este mismo sonido
sobre sus piedras?)
Giorgio CAPRONI. Poemas de la vejez.


Por qué habría de necesitar una serpiente de coral dos glándulas 
de veneno neurotóxico para sobrevivir mientras que una serpien-
te rey, tan similar, no necesita ninguna. Dónde queda la lógica darwiniana. Podrías preguntarlo. Yo nunca lo hago, ya no. Recu-
erdo un incidente recogido no hace mucho en el Herald Exami-
ner de Los Ángeles: cerca de Boca Ratón encontraron muerta 
en su casa rodante a una pareja de luna de miel; una serpiente 
de coral seguía enroscada en la manta térmica. ¿Por qué? A me-
nos que estés dispuesto a pensar a largo plazo, no existe una "respuesta" satisfactoria para tales preguntas.
Joan DIDION. Según venga el juego.

Me pregunto si llegará alguna vez un día en que la voluptuosi-
dad interior, transfigurada y ennoblecida por la imaginación
humana, ofrezca una fascinación mayor que el coito exterior,
contrario al Orden del Mundo.
Daniel Paul SCHREBER. Cit. por R. Calasso en "El loco im-
puro".

¿Es la imaginación un sustituto adecuado para un comporta-
miento correcto?
Donald BARTHELME. 40 relatos.

¿Sería exagerado considerar toda mi creación como una
búsqueda del elixir de la juventud?
Witold GOMBROWICZ. Diario.

¿Qué escribiría si supiera que fuera a morir mañana? ¿Es-
cribiría?
Chantal MAILLARD. Filosofía en los días críticos. Dia-
rios 1996-1998.

¡Qué ávida la acometida de ese resplandor mareante!
¿Dónde están mi padre y Eleanor?
No sé dónde están ahora, cuando llevan siete años muertos,
sino ¿dónde están los que eran entonces? 
       ¿Desaparecidos? ¿Desaparecidos?
Delmore SCHWARTZ. Cit. por Joan Didion en 'El año del
pensamiento mágico'.

¿Cuántas veces he estado a cubierto de la lluvia
bajo techo ajeno, pensando en mi hogar?
William FAULKNER. Cit. por Nic Pizzolatto, en 'Galveston'.

¿Soy esto que tus ojos se están llevando?
Sergio BIZZIO. Mínimo figurado. En el mismo poema:
"-¿Para quién deja ella caer
sus mascarillas aspiradas, acá y allá, dando pasos co-
mo vidas incontables a ninguna parte?"

Toda la práctica de la enseñanza universal se resume en la
pregunta: ¿qué piensas?
Jacques RANCIERE. El maestro ignorante.

¿Cómo se puede ser un gran escritor si no se es más que
un hombrecito común?
J.M. COETZEE. Entrevista en The Guardian.

A PROPÓSITO DE UN LIBRO
¿A qué sacudir viejos huesos?/
¿Qué secreto revelará el polvo:
que le metieron en la sangre inocente
el veneno de la vergüenza
o lo que tenía en la semilla?
Aurora BERNÁRDEZ. El libro de Aurora. ("Aurora", no se
lo puede negar, es un nombre auspicioso.)

¿Nuestros antepasados no son acaso también esas mucha-
chas que encontramos en las fotografías de personas anóni-
mas?
Fleur JAEGGY. Los hermosos años del castigo.

Loa muertos tienen ciertas obligaciones. ¿Recordarnos es una
de ellas?
¿Te ofende la idea?
Joy WILLIAMS. Los vivos y los muertos.

En La resurrección de Lázaro de Juan de Flandes
¿por qué está tan triste la cara de Cristo
al volver el cuerpo a la vida?
Joseph STROUD. Procedencia.

La acusé como si realmente sus plegarias hubiesen obrado
la transformación.
¿Qué te hice para que me condenaras a vivir?
Graham GREENE. El fin de la aventura.

¿por qué no desfalleces feliz y cansado, hundiéndote feliz en
    el silencio que fluye?
Hermann BROCH. En mitad de la vida.

¿La página se parece demasiado a una mujer?, ¿es demasia-
do femenina?, ¿demasiado femenina, mierda? "¿Y la mujer
es la página sobre la que uno deja su marca eterna? ¿Eso es
lo que quieres decir?".
Harry MATTHEWS. Veinte líneas por día.

Ayer, incapaz de escribir una sola palabra. ¿Quién me sal-
vará?
Franz KAFKA. Diarios.

"¿Y si fuera cierto que, efectivamente, mi vida, toda mi vida
consciente, no ha sido lo que debía ser?" Se le ocurrió aquello,
aquello que antes le parecía una cosa completamente imposi-
ble, -que él no hubiera vivido como debía-, que aquello podía
ser verdad.
León TOLSTOI. La muerte de Iván Illích.

Y mientras las luciérnagas
fracasan en su empeño por iluminar estos árboles de pesadilla
¿no serán ellas sus vivaces ojos verdes?
Elizabeth BISHOP. Antología poética.

¿Acaso veo sólo a las luciérnagas flotando en la corriente?
¿O es la mismísima noche con su caudal de estrellas?
CHIYO-NI. (Poeta japonesa, 1703-1775).

¿llama un gallo? ¿Se dirige a cada uno
o a su comunidad de centinelas?
¿Define en la certeza alguna duda
o llena de incertidumbre el desvelo incipiente?
Arturo CARRERA. Las cuatro estaciones.

Grandes brillos de colores, como auroras boreales, le llenaban
los ojos; veía también luces obscuras, con franjas de fuego:
resplandores, discos, planetas extinguidos... ¿Acaso el hombre
puede entrever muchas cosas misteriosas cuando la materia de
su cerebro empieza a descomponerse?
Victor SERGE. El caso Tuláyev.

¿Hay algo que se nos oculte bajo el agua,
(...)
algún motivo de pesar que aún no hayamos descubierto?
¿Por qué habría de importarnos? ¿Acaso el deseo no refleja
    su arcoíris sobre la burda porcelana
de la piel del mundo, llenando el aire
    con su medida? ¿Para qué buscar más?
Mark STRAND. En Tedi López Mills (Comp.) Traslaciones.

¿Qué buscan las abejas morenas
En la lavanda que despierta?
René CHAR. Id. (Traslaciones)

¿Adónde van a morir los pájaros viejos? ¿Por qué los muertos
no caen como piedras del cielo?
Arundhati ROY. El dios de las pequeñas cosas.

¿Qué importa de dónde venga el codazo suave que pone en
movimiento el alma y la hace rodar y rodar, condenada a no detenerse ya nunca?
Vladimir NABOKOV. Gloria. 

Pero ¿no es terrible que, ahora que se ha acabado todo entre
nosotros, las sinapsis sigan activándose de manera coordina-
da? ¿Qué tienes que decir a eso, Señor?
E.L. DOCTOROW. La ciudad de Dios.

¿Mienten, cantando, los azahares
desde el alba?
Aldo OLIVA. Poesía completa.

¿cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este
                                              [mundo con esta sola boca?
Olga OROZCO. Eclipses y fulgores.

¿Qué otra cosa me sería más inútil, en definitiva, que una
vida consolada?
Rainer M. RILKE. Cit. por Hugo Mujica. Poesía completa.

¿cómo y con qué transporte uno puede alejarse del pasado?
Víktor SHKLOVSKI. Érase una vez.

Años como alas. ¿Qué recuerda el cuervo inmóvil?
¿qué recuerdan los muertos cerca de las raíces de los árbo-
               les?
Georges SEFERIS. Antología poética.

¿Es éste tu destino,
penetrar en la poesía y volverte transparente?
Margaret ATWOOD. Historias reales.

Nuevamente acudió a su memoria el verso genial de Slonim-
ski: 
"Qué es, oh naturaleza, el lenguaje de tus consuelos
Frente al deseo despertado por tu tenebroso dominio."
Stanislaw I. WITKIEWICZ. Insaciabilidad.

Duermes en el panteón de tu familia, en Syra,
Vestida para el baile, con zapatos de raso blanco y hebillas
                                                                              [de oro,
Con el anillo de los Duques de Waydberg en el dedo,
Con grandes brazaletes en tus brazos duros
En los que se perciben las venas para siempre azules,
impregnadas de las drogas del embalsamamiento:
Ah Tassoula, ¿dónde han quedado tus sonoras carcajadas,
Tu labio superior arisco y sonriente,
Las palabras que decías con esos labios graves,
Y la gracia infinita de tu cuerpo ágil y recto?
Valery LARBAUD. Obra completa de A.O. Barnabooth

¿Cómo pudimos ser enemigas alguna vez la vida y yo?
Franziska von REVENTLOW. El largo adiós de Ellen Oles-
jerne.

¿Hay vida antes de la muerte?
ANÓNIMO HÚNGARO

¿Debo poner fin a las chanzas y hablar 
en nombre del alma? El alma, ¿no era ella acaso tu hermoso
                  y final resplandor?
Derek WALCOTT. El Testamento de Arkansas.

una decadencia moral que en mi caso ha venido, creo, más
con la edad que con el estudio o la experiencia. ¿Dónde es-
tá el saber o el conocimiento de sí mismo que generalmen-
te viene con la vejez?
Rodrigo REY ROSA. El material humano.

¿Estamos solos en verdad
Con nuestra física y nuestros mitos,
Las estrellas nada más/
Que polvo cintilante,
Y nadie que escuche
Nuestras odas corales?
Derek MAHON. Ovidio en Tomis.

¿Por qué al ver a unos gaiteros escoceses que cruzaban un
puente en Irlanda sentí que se me escapaba la vida? ¿Qué
es este misterio tan triste?
John CHEEVER. Diarios.

¿Dónde está ese eslabón perdido en la historia del ser humano? 
¿No es extraño que no lo hayamos encontrado aún?¿Australopithecus? ¿Homo erectus? ¿En qué momento exacto 
de la prehistoria saltamos de las ramas? ¿En qué momento diji-
mos: "Se acabó tanto mirar" y nos implicamos emocionalmente 
en el mundo, nos hicimos vulnerables? ¿Qué sueño nos sentía-
mos tan impelidos a perseguir? ¿Cuál era el premio? ¿Cuál la
esperanza? ¿Cuál el objetivo?
M.O. WALSH. Sol robado.

¿Acaso no sabían muchos de esos instigadores que la Revolu-
ción no es más que un sangriento juego de cambio de roles,
y que por mucho que el pueblo consiga ocupar durante un rato 
la silla de los señores, y festejar y felicitarse por esa ocupación, siempre acabará cayendo de vuelta sobre las brasas?
Ivan BUNIN. Días malditos. (Un diario de la Revolución).


Si hay una pregunta que temo, una para la que nunca he po-
dido inventar una respuesta satisfactoria, es la pregunta:
¿Qué estoy haciendo?"
Samuel BECKETT. Molloy.

¿Te he pedido acaso que me saques de las tinieblas?
John MILTON. El paraíso perdido.

La respuesta es la parte mala de la pregunta.
Maurice BLANCHOT. Cit, por Frédérique Lebelley en 
"Marguerite Duras o el peso de una pluma".

Quién era realmente uno. Ésa era la zona de interés.
Martin AMIS. La zona de interés.

Pensaba en uno de los locos de su lugar natal, que no se
cansaba de formular a todo el que encontraba la misma pre-
gunta, estereotipada en su cerebro: "¿Cuántos eres? ¿Eres
uno?" No, no se era uno. Cada hombre era diez, veinte, cien.
Joseph ROTH. A diestra y siniestra.

¿El mar descansa de sí en las orillas?
Marcelo PERCIA. Sujeto fabulado I. Notas.

Pero si el cielo nocturno no se entreteje
de figuras para mí, ¿qué importará
vivir su paz más o menos intensamente?
Alessandro PARRONCHI. En Diario de poesía N° 46.

algo que la mayoría de los bajistas, demasiado ocupados tra-
tando de encontrar el punto intermedio entre melodía y ritmo
-¿y qué era el viaje de la vida sino esa búsqueda?
Lorrie MOORE. Al pie de la escalera.

¿Acaso lo aparentemente intemporal de la rama en flor
no sería, en realidad, sino el recuerdo del futuro?
¿No habría acaso esplendor del mundo sino en la medida
en que recordamos al otro?
Yves BONNEFOY. Lugar y destino de la imagen.

¿Hacia dónde debemos ir el día
en que nos percatemos de que no existe
un allá?
¿Cuando todas las puertas queden abiertas,
              del mismo modo que antes
permanecieron cerradas;
cuando de toda tu añoranza no quede más que
          un espacio abierto y susurrante?
Eldrid LUNDEN. (Poeta noruega). En Diario de Poesía
N° 62.

Si es verdad que el futuro y el pasado existen,
¿dónde están?
SAN AGUSTÍN. Cit. por A.P. de Madiargues, en "La
marea y otras narraciones".

Siglo mío, bestia mía, ¿quién podrá
mirar en tus ojos
 y soldar con su sangre
las vértebras de dos siglos?
Ósip MANDELSTAM. Cit. por G. Agamben, en "Desnu-
dez". (la palabra rusa viek, aclara Agamben, significa tam-
bién "época")


¿Son las tormentas de lágrimas derramadas en un rincón
las semillas de la nueva vida?
W.H. AUDEN. Otro tiempo.

Lluvia de rosas,
púrpuras, prietas...
¿Que te acarician?
Cárdenas, rojas,
pálidas, muertas,
besos de espectros...
¿Que te bendicen?
Stefan GEORGE. Poemas.

¿Pero dónde tienes el contrato con tu patria,
ese sucio pedazo de papel?
Thomas BERNHARD. Ave Virgilio.

Tiene los ojos muy separados, con un cierto aire irlandés
que se extiende a sus mejillas; debe ser algo darwiniano,
una adaptación a los vientos de la costa frente al mar de Ir-
landa. Y al mismo tiempo, es inconfundiblemente nortea-
mericana. ¿Cómo es posible que con una nación tan grande
y políglota, siempre se puede adivinar quién es norteameri-
cano en Europa solo con mirarle la cara?
Justin CARTWRIGHT. El dinero de los demás.

Este poema estéril dará, quizás, sus frutos.
¿La vida no está, acaso, en la sola escritura?
Alain BOSQUET. De la duda y de la gracia.

En un mundo de excesivas benevolencias, indiferencias, 
relatividad, que convierten lo grotesco en vida y la vida en
algo grotesco, ¿no será el sentido de lo cómico un impera-
tivo fisiológico, podríamos decir, como la presión interna
de nuestro organismo que nos hace soportar la presión de
la atmósfera?
¡Ah...!
Gregor Von REZZORI. Un armiño en Chernopol.

¿Perdiste el pelo y la mitad de tu peso? ¿Te ríes de los fune-
rales por el alboroto que se arma cuando sólo ha muerto una
persona? ¿Dependió tu vida del estado de tus zapatos? ¿Ase-
sinaron a tus padres? ¿Asesinaron a tus niñas? ¿Te aterrori-
zan los uniformes y las multitudes y las llamas y el olor de
la basura mojada? ¿Te aterroriza el sueño? ¿Te duele y due-
le y duele? ¿Tienes un tatuaje en el alma?
Martin AMIS. La zona de interés. (La novela que más me 
gustó de Amis)

¿Era posible levantar la pesada tranca de aquel silencio 
con la vara de una frase común, trivial?
Giani STUPARICH. La isla.

¿Puede ser, me decía yo, puede ser realmente que uno se
sobrevuele?
Henri MICHAUX. La noche se agita.


PUSHKIN
¡Quién sabe, acaso, qué es la gloria!
¿Quién le dio a él la posibilidad,
El derecho y la alegría de bromear
Tan maliciosa y sabiamente sobre todas
Las cosas, callar misteriosamente
Y llamar a una pierna piececito?
Anna AJMATOVA. Poemas escogidos. [Es 1 poema
completo]

La última vez un ruso blanco se voló aquí la cabeza.
Y tú, que lo sabes todo, contéstame a la pregunta
de por qué eso solo lo hacen los rusos blancos. Creo
que es una injusticia fundamental, ontológica.
Zbigniew HERBERT. Biarritz.

Nada de lo que hacemos es inevitable, pero todo lo que hace-
mos es irreversible. ¿Cómo te propones recordarlo cuando lle-
gue el momento?
Joy WILLIAMS. Los vivos y los muertos.

Si hay una pregunta que temo, una pregunta para la que
nunca he podido inventar una respuesta satisfactoria es la
pregunta "¿Qué estoy haciendo?"
Samuel BECKETT. En Confesiones de escritores.

En su choza, sentados bebiendo ron, a veces cambiaba de
tema y hablaba de sus preocupaciones metafísicas, algunas
de las cuales eran desconcertantes. Podía decir, por ejemplo:
-Me pregunto por qué los padres no asesinan a sus hijos.
Y, en especial, no podía comprender por qué una madre no
odiaba al hijo que la agostaba. Sin lugar a dudas, la mesura
de una madre era uno de los grandes milagros.
Eric McCORMACK. Paradise Motel.

Ventanas de mi cuarto
De mi cuarto de uno de los millones del mundo
que nadie sabe quién es
(Y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?)
Fernando PESSOA. Poemas.

¿Hubiera sido mejor quedarnos en casa,
dondequiera que eso quede?
Elizabeth BISHOP. Antología poética.

¿Quiere Dios que amemos a sus enemigos?- Sí. ¿Por qué?
Joseph JOUBERT. Cuadernos.

Te miran, sus caras son como máscaras, talladas en la
eterna mueca de la desaprobación. Siempre supe que esa
chica era... ¿Por qué no hiciste esto? ¿Por qué no hiciste
aquello? ¿Por qué maldito sea no hiciste un agujero en el
agua?
Jean RHYS. Viaje a la oscuridad.

¿Cuándo dejamos la muerte de la que provenimos? Pues la
verdadera muerte precede a la vida, ya que la otra deja al
menos sus huellas.
Edmond JABÉS. Del desierto al libro.

¿Por qué existía todo aquello y no nada? ¿Y no el ligero hu-
mo del crematorio en el ciego vacío de un cielo transparente
de invierno?
Jorge SEMPRÚN. Aquel domingo.

El día 
ofrece tanto, tiene
tan poco ¿o es
simplemente que vos,
pidiendo demasiado,
después tomás tan poco?
James SCHUYLER. Una ciudad blanca.

Me pregunté:
"¿Cuándo cerré por primera vez una puerta con mis propias
                               manos
¿Y dónde comí por primera vez una hormiga junto con un
                               pedazo de pan?"
Peter HANDKE. Vivir sin poesía.

LA OSCURA
¿Y por qué hablaba como si el silencio fuera un muro y las
palabras colores destinados a cubrirlo? ¿Y quién dijo que se
alimenta de música y no puede llorar?
Alejandra PIZARNIK. En Rev. El Lagrimal Trifurca 3/4. Es
el poema completo.

 Oh tristeza,
 ¿por qué tomas las tiernas cantilenas
  de una lengua doliente?
  ¿Para en la noche pálida
  dárselas al ruiseñor,
  y así lo oigas entre los fríos rocíos?
John KEATS. Sonetos, odas y otros poemas.<

¿Y tú quién eres, veedor de sombras?
Dylan Thomas. Cit. por P. Modiano en "Villa triste".

¿Qué clase de memoria hay en los sueños?
César AIRA. Continuación de ideas diversas.

A una mujer que ha estado tocando el piano durante una
hora:
-¿Le gusta la música, señora?
Jules RENARD. Diario íntimo.

¿Quién tiene el sistema del universo con las deficiencias
sexuales de cada cual?
Fernando PESSOA (como Barón de Teive). La educación
del estoico.

Una luz danzarina y helada. ¿Quién decía aquellas pala-
bras, en mi fuero interno? ¿De dónde venían? ¿Quién las
decía, las susurraba, sino yo mismo? ¿De dónde venían
sino de lo más alejado de mí mismo?
Jorge SEMPRÚN. Aquel domingo.

O acaso la verdad es que no hay ningún sino, ninguna trama,
nada en absoluto salvo un hombre cansado que mira hacia
atrás y lo olvida todo menos detalles dispersos que el acto
mismo del recuerdo compone en un destino. Eschenburg,
recordando su infancia, se preguntaría si el Destino no era
una mera forma de olvido.
Steven MILLHAUSER. August Eschenburg.

J. cree que para tener éxito en los negocios hace falta tener,
como su padre, poca imaginación. Si uno fuera realmente
consciente de las posibilidades que ofrece la vida, ¿escoge-
ría el camino de los problemas sin fin, las decepciones y las
traiciones?
Justin CARTWRIGHT. El dinero de los demás (su novela
acerca de una familia de grandes banqueros inglesa)

¿Qué suerte me deparará leer
El amplio cielo a la medianoche?
Velemir KLÉBNIKOV. En "El instante maravilloso".

Venecia y el bosque, ¿pueden caber estas dos cosas juntas
en un mismo cerebro?
Miklós SZENTKUTHY. A propósito de Casanova.

Otoño profundo.
Mi vecino-
¿cómo debe irle?
BASHO. Citado por Byung-Chul Han, en 'Filosofía del
Budismo Zen'.

¿Es posible que pare temporalmente el dolor? ¿Cuántos
años podrás soportarlo? ¿Cuánto tiempo podré soportar
yo que lo soportes?
Franz KAFKA, en las notitas que escribía cuando ya no
podía hablar por el avance de su tuberculosis laríngea.

(Me explico: es vano tratar de hacer ironía cuando digo de
Madame Edwarda que ella es DIOS. Pero el que DIOS sea
una prostituta de burdel y una loca, no tiene sentido racio-
nal. En rigor, me alegra que mi tristeza provoque risa: sólo
me comprenderá aquel cuyo corazón esté herido de una
llaga incurable tal que nadie querría jamás sanar de ella...
¿Y qué hombre herido aceptaría "morir" de una herida que
no fuera como esa?)
Georges BATAILLE. Madame Edwarda.

¿Qué hacer esta tarde? Esta pregunta le trajo a la memoria
los interrogantes anteriores sumiéndose en un profundo en-
simismamiento, tan profundo que perdió toda noción del
momento presente. No sabía que a veces eso era precisa-
mente la mayor de las felicidades.
Stanislaw WITKIEWICZ. Insaciabilidad.

Para mí, la pregunta más importante del siglo XXI es ésta:
¿qué hacer con la gente? No cómo alimentarla o cómo 
construirle escuelas y hospitales, sino ¿qué hacer con ella?
Sobre todo, cómo proporcionarle una ocupación. La ima-
gen que más impacta cuando se viaja por África, Asia o
América Latina no es otra que la de millones -decenas de
millones- de personas inactivas.
Ryszard KAPUSCINSKI. Lapidarium IV.

Nuestro cuerpo es 
un santuario. ¿Sólo una persona puede entrar en él?
Marcin BARAN. (n. 1963) Poesía a contragolpe.

¿Cuál es tu rostro original, el que tenías antes de que tus 
padres te dieran nacimiento?
Un Koan del Zen

Nuestro pequeño sistema solar, ¿hacia dónde se dirigía?
Michael ONDAATJE. El viaje de Mina.

¿Quién, en nuestra tierra, recibe todavía el beso de la ale-
gría hasta el fondo del corazón?
Henri MICHAUX. Adversidades, exorcismos.

¿Qué es una máquina de vapor sin válvula? ¿Y un motor
sin freno? ¿Quién erige un monumento a quienes consiguie-
ron que los caballos de potencia (hoy llamados kilovatios)
no ocasionaran grandes desgracias?
Cit. por Hans M. ENZENSBERGER en "Reflexiones del
señor Z."

El número de manzanas vistas sobre una mesa, en un sue-
ño, y no sabido, ¿es limitado o ilimitado?
Jorge L. BORGES. Cit. por Bioy en "Jardines ajenos".

¿Cómo confiar en el testimonio de las endorfinas, esa mor-
fina del cerebro, cuando la misma droga y el mismo vuelo
se tiene en cualquiera de los millones de sueños con que
nuestra mente nos consuela por tanta falta de realidad que
nos infiere cotidianamente la vida?
Salvador BENESDRA. El traductor.

También me invadió la pregunta que nos asalta siempre
cuando se suicida alguien que conocemos bien: hasta dónde
y cómo fuimos cómplices.
Jorge BARÓN BIZA. El desierto y su semilla.

Suceden cosas que son como preguntas. Pasa un minuto, o
tal vez años, y después la vida responde.
Alessandro BARICCO. Tierras de cristal.

¿Es que no quieres darte cuenta de que tu conciencia signi-
fica precisamente "los demás dentro de ti"?
Luigi PIRANDELLO. Cada cual a su manera.

¿Qué tiempos son éstos, donde
una conversación sobre árboles es casi un crimen,
porque encierra un silencio acerca de tantas fechorías?
Bertolt BRECHT. 100 poemas.

¿De quién es la mirada
Que atisba por mis ojos?
Cuando pienso que veo,
¿Quién sigue viendo
Mientras estoy pensando?
Fernando PESSOA. Ficciones del interludio.

Con asombro y hasta con espanto, oímos hablar a los hom-
bres de liberar al Hombre. ¿Cómo podrían los esclavos li-
berar al Esclavo?
E.M. CIORAN. Desgarradura.

¿existe el movimiento del rostro y le esbozo de la ternura
de los que tan extrañamente llegaron a ser menos en
                 nuestra vida,
de los que en la inmensidad del mar quedaron como som-
          bras de olas y pensamientos?
Giorgios SEFERIS. En "Antología de la poesía griega
del siglo XX".
                    

¿Y si la compasión desapareciera?
Bernard-Henry LEVI. Enemigos públicos. Diálogos con Mi-
che Houellebecq.

¿No está ya claro todo su destino en un niño de 3 años que,
mientras lo visten, piensa inquieto en cómo se las arreglará
para vestirse de mayor, él que no sabe?
Cesare PAVESE. Diarios.

¿Se habría considerado él impuro, habría visto su cuerpo co-
mo envoltorio de las inmundicias que llevamos dentro y que
apenas exhalamos el último suspiro ya quieren salir a la luz
por todos los orificios?
Lukas BÄRFUSS. Koala. (Historia del suicidio de un herma-
no.)

¿A qué otro sitio podría huir de mí, si no tuviera los días
queridos de mi juventud?
Friedrich HÖLDERLIN. Hiperión.

¿hay algún negro tatuado? ¿Qué tintura se utiliza? ¿Es la
ausencia de dichas tinturas lo que explica la forma más
tosca de tatuado, por lo común practicada especialmente
entre los aborígenes australianos y por diversas tribus a-
fricanas, que consiste en abrir tajos en la piel y rellenar
las heridas con arcilla, y así formar cicatrices con relieve?
Alexander THEROUX. Los colores primarios.

Distinto es contestar que dar una respuesta, La respuesta se
hace en la pregunta.
Jacobo FIJMAN. Entrevista de V. Zito Lema.

Duda: ¿En qué difiere el nunca será de lo que nunca fue?
Cormac McCARTHY. La carretera.

Ahora me pregunto:
¿Cuándo oiré hablar por primera vez de alguien que
haya podido llevarse consigo un paraguas a la muerte?
Peter HANDKE. Vivir sin poesía.

¿Si toco mi ser será más lenta mi metamorfosis?
José LEZAMA LIMA. En 'Teoría del cielo', de Arijón/Ca-
rrera.

Si alguna vez logras interrogar a la cucaracha sobre el obje-
to de su trabajo, al mismo tiempo habrás exterminado al
pueblo de las cucarachas.
Franz KAFKA. Diarios.

¿Acaso yo seré un perezoso contrariado?
J.-B. PONTALIS. El que duerme despierto.

Se angustia: ¿quién abrirá si golpean la puerta? Si abre un
libro, ¿quién va a mirar? ¿Quién mirará si abre su alma?
Georges SEFERIS. Antología poética.

¿Por qué trata de extender
el ámbito de su poder la mujer del portero?
Ralf THENIOR. En: El sueño tiene su pared. Nueva lírica
alemana, de E. Siefer.

¿Cómo, amiga, nos hubiéramos quedado en casa cuando ha-
bía en la luz yo no sé qué ebriedad?
Juan L. ORTIZ. Juanele, poemas.

¿Qué pueden decirle a quien los vigila desde la ventana
escribiendo cartas, fumando allá arriba solo,
atrapado por las mismas limitaciones de su madurez,
y no obstante sin envidiarles la niñez,
pues él ya soportó la suya?
Lawrence DURRELL. Poemas 1935-63.

un tipo extraño que vivió en Macao durante treinta y cin-
co años, era opiómano, murió en 1926, era portugués, se
llamaba Camilo Pessanha, de origen genovés, de un Pe-
zagno que en el año 1300 estuvo al servicio de un rey por-
tugués, era un poeta, ha escrito sólo un pequeño libro de
poemas, Clepsydra, escucha este verso: han florecido por
error las rosas selváticas. Y tú me has preguntado: ¿te pa-
rece que tiene algún sentido?
Antonio TABUCCHI. Las volátiles del Beato Angélico.

Él preguntó
a quién pertenecía lo de nadie.
Es una buena pregunta. ¿A quién
pertenezco yo?
Juan GELMAN. Valer la pena. ["Él" es Rilke]

¿No hay otra manera de arrojar mi anzuelo
fuera de este arroyo dinamitado?
Robert LOWELL. Poemas.

Hablar de el tiempo carece de sentido. Con toda seguridad
un físico preguntaría: ¿el tiempo de quién?
Paul DAVIES. Cómo construir una máquina del tiempo.

Estás pálida, amiga luna, y no duermes de noche,
Y día a día te desgastas.
¿Puede ser que también tú
Sólo piensas en ella, como yo?
BHARTRHARI. Poems from the Sanskrit.

¿Qué impulso natural puede tener para crear obras de arte,
formas que pertenecen al mundo y a la vida, quien, como
cristiano, cree que le mundo es algo malo y sin valor, que
la vida es vileza y pecado, o quien, como el místico de la
India, cree que toda Apariencia es ilusión absoluta, flor
que nació marchita del tallo de la Mentira?
Fernando PESSOA. Crítica: ensayos, artículos y entrevistas.
[Acerca de la civilización helénica]

CANCION DE AMOR
¿No era inmortal tu rostro?
Pedro LASTRA. Noticias del extranjero.

Miren... un alambre de cobre en un crisol
Se sofoca en fuego blanco.
Se desmorona. ¿Y qué? ¿Por qué se desmorona?
¿Por qué rayos me va a importar?
Lynn O'CONNOR. En 'Cormoran y Delfín'. Año 3-Viaje 12.

Pero aquí volvemos al problema del progreso. ¿El sufri-
miento es una regla o un lirismo?
Jean COCTEAU. Opio.

Si los ojos viesen del mismo modo que ve la fotografía de
Boubat, ¿podrían soportarlo?
Marguerite DURAS. Los ojos verdes.

...y al escribir me sorprendo un poco porque he descubier-
to que tengo un destino. Quién no se ha preguntado: ¿soy
un monstruo o esto es ser una persona?
Clarice LISPECTOR. La hora de la estrella.

Conozco una pregunta que regresa vacía de su viaje.
Salvatore QUASIMODO. Cit. por Henryk Grinberg en
Polish Writing Today.

Las palabras afloran de una en una a los labios de Jones.
"¿No fue una cosa con la que compartiste tu pequeño corazón 
como un pedazo de pan que tenía que alcanzar para dos? ¿No
fue una cosa con que experimentaste, en su existencia, en su as-
pecto indefinido, en su fractura final o en su enigmática desa-
parición, todo lo humano, hasta en los aspectos más profundos 
de la muerte?"
Joy WILLIAMS. Cuentos escogidos. (El cuento, uno de los me-
jores, se llama "Bromelias")

¿Qué se puede esperar de un hombre que después de haber
cometido tantas ignonimias es capaz de llorar?
Anton CHÉJOV. Cuaderno de notas.

¿Qué camino tomar? [Recordar la hormiguita, RR] Sólo
aquel que pudiera hacerse siempre esa pregunta sería libre
del todo. Eso, según recordaba, lo habría dicho su profe-
sor de griego refiriéndose a Ulises.
Cees NOOTEBOOM. El día de todas las almas.

¿Por qué a la Europa del Este le gusta tanto el hormigón?
Justin CARTWRIGHT. Míralo de esta manera.

¿Dónde está el Cristóbal Colón a quien se deberá el olvido
de un continente?
Guillaume APOLLINAIRE. Antología poética.

¿Es mía la culpa si esta vez no he sido lo que debía ser,
cuando mi ideal era ser una gran soprano, con rizos en tira-
buzón largos hasta el trasero, una panza tan redonda como
la tetera del rey y un pecho tan prominente como el bauprés
de un barco pesquero? ¿Y qué he conseguido? Una cara co-
mo el culo de un niño viejo... ¿Te parece que esto es una di-
cha?
Djuna BARNES. Una noche entre los caballos.

¿No hay manera de salirse del cerebro?
Silvia PLATH. Antología poética.

¿Por qué la pérdida es la medida del amor?
Hace tres meses que no llueve. Los árboles exploran bajo
tierra, envían reservas de raíces al seno de la tierra reseca,
raíces como cuchillas para abrir cualquier arteria llena de
agua.
Jeanette WINTERSON. Escrito en el cuerpo.

...Iría a cualquier parte
con alguien entregado al amor,
pero ¿cómo alguien entregado al amor
soportaría esta muerte?
Sharon OLDS. Cit. por Amy Hempel en "Cuentos completos"

"¿A quién se le ocurre conservar la mano de otra persona en
un frasco de conservas?", se pregunta Antjie Krog dando voz
a las víctimas. "¿Qué clase de odio transforma a los hombres
en bestias?"
Frank WESTERMAN. El negro y yo.

¿Quién sabe la verdad?
¿Quién puede decirnos
de dónde nació, de dónde esta creación?
Los dioses nacieron después
y gracias a la creación del universo.
¿Quién puede, pues, saber
de dónde surgió?
RIG VEDA, XI, 129. (Traducción de Fernando Tola)

¿cómo hacer para que uno mismo se convierta y siga siendo
lo que debe ser?
¿Cómo debo transformar mi yo para encontrar un acceso a 
la verdad?
Michel FOUCAULT. Hermenéutica del sujeto.

¿Tanto tiempo aún han de estar en mi contra mis enemigos?
¿Se habrán de gozar por mis infortunios?
Tablilla sumerio-babilonia. (1750 a.C.) En J.L. Martínez:
"Mesopotamia/ Egipto/ India".

¿Por qué sería que cuando se quitaba la ropa su cara parecía
siempre más desnuda que el resto de ella?
John BANVILLE. La carta de Newton.

LIBELULA

Libélula
Muerta en la nieve
Cómo llegaste tan alto
Dejaste de niño semilla
En un charco de montaña
Antes de morir.
Gary SNYDER. En C. Milosz: A Book of Luminous Things.

¿Cómo es posible que tantos jazmines
exploten al mismo tiempo
en la tarde de Funes
bajo esta lluvia indecisa
de noviembre?
Edgardo ZOTTO. Memoria de Funes.

Después de todo, ¿quién cuenta con que tiene los días conta-
dos?
Hans M. ENZENSBERGER. El hundimiento del Titanic.

Estoy sentado en la cuneta.
El conductor cambia la rueda.
Poco aprecio el lugar de donde vengo
Poco aprecio el lugar adonde voy.
¿Por qué contemplo el cambio de rueda
con impaciencia?
Bertold BRECHT. Cit. por Enzensberger, en 'Detalles'.

(lejos, en Michailovka, en
Ucrania, donde
ellos asesinaron a mi padre y a mi madre, qué
florecía allí, qué florece allí? ¿Cuál 
flor, madre,
te hirió allí
con su nombre?
Paul CELAN. En Diario de Poesía, N° 43, 1997. El poema
tiene por título "Simiente de lobo".

Esta noche es Randall [Jarrell], su chispa es fuego aún (...)
  "Tú no escribiste, reescribiste... pero dime,
Cal, ¿por qué tuvimos que vivir? ¿Porqué morimos?"
Robert LOWELL. Antología.

Y las preguntas son las frases que no puedo pronunciar.
Y las ideas son los pájaros que se vuelan y no vuelven.
Helmut HEISSENBÜTTEL. Poesía alemana de hoy 1945-
1966.

¿Quién quisiera vivir sin el consuelo de los árboles?
Gunther EICH. Poemas elegidos.

¿Rozaron mi mente con algo
Que nadie en la tierra hallará jamás?
Robert FROST. Poemas.

¿Pero quién eres tú,
Inamovible Dama, en este sueño?
Aldo OLIVA. Cesar en Dyrrachium.

¿Esto es la Patagonia, entonces? se decía perpleja. Si esto
es la Patagonia, ¿yo qué soy?
César AIRA. La costurera y el viento.

Somos malvados... ¿lo seríamos también
si no tuviéramos espectadores?
Vladimir HOLAN. Una noche con Hamlet y otros poemas.

Querido Dios:
¿Das siempre a cada persona el alma que le corresponde?
Di,
¿nunca te equivocas?
CINDY. En 'Cartas de los niños a Dios'.

¿La contemplación (sostenida) es ya la reflexión?
Peter HANDKE. Ayer, de camino.

Luego hazte la pregunta: ¿dónde está ahora todo esto?
Humo, cenizas, leyenda; o, tal vez, ya ni siquiera leyenda.
MARCO AURELIO. Meditaciones.

Has vuelto, y te deseo, y no te esperaba,
y vuelves por tu propia voluntad.
¡Oh día señalado! ¿Cuál delos vivos
es más feliz que yo? ¿Quién puede decir
que haya en la vida algo más deseable que esto?
CATULO (87- 54 a.C.) Antología de la poesía latina.

Señor Higgins: ¿Está usted demasiado ocupado para decirme
si mi verso está vivo? La Mente está tan cerca de sí misma
-que no ve claramente- y no tengo a nadie a quien preguntar.
Emily DICKINSON. Cartas poéticas e interiores.

Me pregunto por qué
el canto que quiero cantar,
el canto que quiero componer,
me pregunto por qué no viene hasta mí.
En Sioraq, pescando a través de un agujero en el hielo,
pude sentir una pequeña trucha en el sedal.
y luego escapó.
Me puse a dar saltos.
Me pregunto, ¿por qué es tan difícil?
Canto ESQUIMAL. En Bowra: Poesía y canto primitivos.

Talud, árboles, ruinas y carrizos de Basento,
paisaje neutro y apenas melancólico, ¿por qué
no tuvisteis cien manos para cerrar el camino
al hombre que era yo y que no seré ya nunca?
Valery LARBAUD. Obras Escogidas de A.O. Barnabooth.

¿No la mosca que te roza eres
ni el guijarro que pateas?
Reynaldo JIMENEZ. La curva del eco.

La lluvia cae
todo está nublado y lluvioso
Flores de primavera, ¿qué buscáis?
Nicolás BOUVIER. Literatura francófona

Qué, oh qué debería ocurrirme como para que yo lo sintie-
ra.
Rainer M. RILKE. Cit. en "The Poet's Notebook".

¿Quién en nuestra tierra, recibe todavía el beso de la alegría
hasta el fondo del corazón?
Henri MICHAUX. El pulso de las cosas.

Se zambullen
doquiera que vean agua.

Dan un rodeo
cada vez que ven un árbol.

¿Cómo pueden conocerte
Oh Señor
que adoras
las aguas que se secan
los árboles que se marchitan?
BASAVANNA (s.XII) Cantos a Siva.

La semana pasada dos personas me han hecho la misma pre-
gunta; la pregunta es ¿para qué sirve la poesía? Y yo les he
dicho: Bueno, ¿para qué sirve la muerte?, ¿para qué sirve el
sabor del café?, ¿para qué sirve el universo?, ¿para qué sirvo
yo? ¿Para qué servimos? Qué cosa más rara que se pregunte
eso, ¿no?
Jorge L. BORGES. Diálogos.

¿Acaso era aquel que en las discusiones 
Nocturnas volvía vivo todo lo pueril,
Acaso era yo el mismo que
De las trágicas conversaciones
Aprendió a callar y sonreír?
Vladislav JODASSIEVICH. En "El instante maravilloso".

Una pequeña alumna de sexto me pregunta: "Cuando uno es
poeta, ¿cómo hace para que lo sepan los demás?"
Michel TOURNIER. El vagabundo inmóvil.

La vieja pregunta (estéril): ¿por qué escribir? es sustituída
por Kafka por una pregunta nueva: ¿cómo escribir?
Roland BARTHES. Ensayos críticos.

¿Para qué sirve la mortal belleza?
Gerald M. HOPKINS. Poesía.

¿Cómo
nos tocamos,
cómo con
esas
manos?
Paul CELAN. Poesía alemana de hoy.

Ya no se acuerda; ¿quién fue el que le amó y la ilumina de
lejos para que no caiga?
René CHAR. Furor y misterio.

aquel mensaje en hojas de limón
hacia Giarre -¿quién dijo que una hoja de limón
es un tícket a Sicilia?-
Arturo CARRERA. El vespertillo de las Parcas.

En el bosque, aquí y allá, los árboles no talados.
¿Cómo, cómo rehacer lo que fui?
Hagiwara SAKUTARO. En Girri: 'Versiones'.

Como dice Eurípides: "La democracia consiste
en estas sencillas palabras:
¿Quién tiene algún consejo útil para dar a su patria?"
Pier P. PASOLINI. Transhumar y organizar.

Esta mañana, leves son el viento y el rocío. Me levanto, solo.
Las oropéndolas cantan, las flores sonríen. Pero, ¿por qué es
primavera?
LI SHANG YING (s. IX)

Un molusco crece en la noche
-¿De dónde extrae su carne?
René DAUMAL. En 'Poesía Francesa Contemporánea'.

¿Por qué no había de haber, en cierto sentido, una nueva
ciencia para cada objeto? ¿Una Mathesis singularis (y no
ya universalis)?
Italo CALVINO. Seis propuestas para el próximo milenio.

La pregunta ¿por qué hay algo en vez de nada? se transmu-
taba así en la siguiente: ¿qué reúne las cualidades y las par-
tes para que haya una sola y misma cosa?, ¿qué mantiene
unido a un cuerpo e impide sus desmembramiento? O co-
mo va a preguntarse todavía Lacan en su seminario Encore,
¿qué "retiene a los cuerpos invisiblemente"?
Dardo SCAVINO. El señor, el amante y el poeta.

-¿Cuánto se puede tardar en conseguir un pasaporte en Ke-
nia?
-¿Cuánto mide un trozo de cuerda?
Justin CARTWRIGHT. Soñando con los Masai.

Las calvas resplandecen como espejos redondos en los pal-
cos. ¿Qué relación guarda el capital con la alopecía?
Joseph ROTH. Crónicas berlinesas.

¿Dónde están las palabras?
¿Dónde está la señal que la locura borda en sus tapices a la
luz del relámpago?
Olga OROZCO. En Teoría del cielo.


"Yo misma", escribiste, "Soy todo lo que conozco del pa-
                                                                                   [raíso.
Con mi intelecto siempre podré,
siempre saldré adelante, pero eso no es ni la mitad-
la vida, la vida, Oh Dios mío, ¿acaso jamás será dulce la
vida?"
Robert LOWELL. Antología. [Quien habla es Margaret
Fuller]

¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
Jorge L. BORGES. Antología poética.

En Sicilia está el Templo de Poseidón, un lugar enorme,
imponente, un edificio realmente magnífico. La gente se
acercaba a rezar a sus dioses, a dejarles sus ofrendas...
Cuando estuve ahí le pregunté qué se sentía ahora que na-
die le reza ni le trae nada. ¿Recordarás cuando todo eso
ocurría? ¿Recordarás qué fue lo último que te trajeron o
lo último que te han pedido? Y por último le pregunté
qué le parecía que hoy las iglesias del norte de Europa,
al menos, estén prácticamente vacías, qué le parece que
le ocurrió al dios que vino tras ellos, al de hoy.
Cees NOOTEBOOM. Entrevista en el suplemento cultu-
ral de Perfil, 14 de abril de 2013. [Al día siguiente, rele-
yendo "El silencio de las sirenas. Escritos y fragmentos
póstumos" de Kafka, aparece esta 'respuesta' de la litera-
tura a la literatura: " Poseidón hacía cálculos sentado a su
escritorio. La administración de todas las aguas le daba
un trabajo infinito. Podía disponer de cuantos colabora-
dores quisiera y, en efecto, tenía muchos, pero como se
tomaba su cargo tan en serio, volvía a calcularlo todo, de
suerte que de poco le servían los colaboradores." El es-
crito kafkiano, de menos de una página y media, termina
así: " Así pues, apenas había visto los mares, solo fugaz-
mente durante los presurosos ascensos al Olimpo, y nun-
ca los había recorrido de verdad. Solía decir que espera-
ría hasta el fin del mundo, que entonces sin duda se pro-
duciría un momento de calma que aprovecharía para, po-
co antes del final, después de revisar la última cuenta,
realizar a toda prisa una breve gira."]

Trabajo cuando el sol se eleva. Cuando él se acuesta, me
acuesto. Para beber cavo mi pozo. Para comer trabajo mi
campo... ¿Qué me importa el poderío del Emperador?
Anónimo CHINO (s. I) Antología poesía china.

¿No es acaso un coraje pasajero el de ser rey, y cabalgar
triunfalmente por Persépolis?
Philipe MARLOWE. Cit. por Chatwin: Los viajes.

Pero si nosotros que somos los reyes de la naturaleza, no
hemos de tener miedo, ¿quién ha de tenerlo?
Clarice LISPECTOR. La legión extranjera.

Aprender qué preguntas no pueden contestarse, y no contes-
tarlas: esta capacidad es de veras necesaria en tiempos de
tensión y oscuridad.
Ursula Le GUIN. La mano izquierda de la oscuridad.

¿Qué hago aquí?
RIMBAUD, escribiendo a casa desde Etiopía.

¿Por qué, oh bello sol, no me basta,
flor de mis flores, nombrarte un día de mayo?
Friedrich HÖLDERLIN: Poesía completa.

Y nosotros, como seres mortales,
Vamos por la nieve fresca.
¿Acaso no es maravilloso estar juntos
Antes de la separación?
Anna AJMÁTOVA. Poemas escogidos.

¿Se abría la vida
a los ojos profundos y serenos?
Dino CAMPANA. Cantos Órficos.

Vida y su memoria tan comprimidas
Que se han vuelto una en la otra-
¿Cuál es cuál?
Elizabeth BISHOP. Poemas.

a quién se le ocurrió que tantos conocerían la sabiduría
del agua y el yuyito que sólo inventó juanele
para saber aquietar los colores del alma
Juana BIGNOZZI. En Diario de poesía N° 46.

El misterio que lo enardece y que endurece su pene por las
noches, en la cama, lo lleva a formularse varias preguntas.
Pero se hace las preguntas en un promiscuo lenguaje de me-
dias palabras, imágenes, movimientos de manos y diagra-
mas de gestos y ademanes que formula con su propio cuer-
po. Son éstas, pues, las más crudas traducciones.
 ¿Por qué me detengo en mi piel?
 ¿Cómo me acerco cada vez más al placer que estoy sintien-
do?
 ¿Qué hay en mí que sé tan bien y que nadie más sabe?
 ¿Cómo dejaré que alguien más lo sepa?
 ¿En qué estoy? ¿Qué es aquello en medio de lo cual me he
encontrado y de donde no puedo salir?
John BERGER. G.

"¿Helen puede morir? -preguntó Helen-. Extraordinario.
Le había gustado la anécdota de que, en su lecho de muerte,
el novelista Huxley se vio capaz de pronunciar sólo esa pa-
labra.
Richard POWERS. Galatea 2.2.

¿A quién no le gustaría morir
como lluvia de mayo sobre lilas
o una zanahoria silvestre en una cuneta?
Henrik NORDBRANDT. 3 X Nordbrandt.

Oh amantes, colmados en vuestra propia plenitud, dejadme
interrogaros. Os tocáis. ¿Acaso tenéis pruebas? Sucede que
mis manos se sienten mutuamente o que en ellas se refugia
mi rostro fatigado. Tengo entonces una ligera conciencia de
mí mismo. Pero, ¿quién dirá por eso que esto es mi ser?
Rainer M. RILKE. En P. Jaccottet: Rilke por sí mismo.

Negro se abre el portón, yo canto:
¿Cómo pudimos vivir aquí?
Paul CELAN. Amapola y memoria.

La mujer tendía a empezar sus preguntas con "por qué". Le
dije que a las preguntas que empiezan así no se puede res-
ponder con inteligencia ni con veracidad. Naturalmente, ella
repuso: "¿por qué no?" Yo rectifiqué diciendo que la obser-
vación sólo se refería a mí. No me sirvió de nada, porque
ella respondió: "Es que estaba hablando sólo de usted."
Paul BOWLES. Días y viajes.

¿Por qué? ¿Por qué lo que fue hermoso, cuando miramos
atrás, se nos vuelve quebradizo al saber que ocultaba ver-
dades amargas? ¿Por qué se oscurece el recuerdo de unos
años felices de matrimonio cuando nos enteramos de que
el otro tuvo un amante durante todo ese tiempo? ¿Acaso
porque en semejante situación no se puede ser feliz? Y,
sin embargo, ¡éramos felices! A veces un final doloroso
hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada. A lo
mejor es que la única felicidad verdadera es la que dura
siempre. Porque sólo puede tener un final doloroso lo que
ya era doloroso de por sí, aunque no fuéramos conscien-
tes de ello, aunque lo ignorásemos. Pero un dolor incons-
ciente e ignorado, ¿es dolor?
Bernhard SCHLINK. El lector.

El número de manzanas vistas sobre una mesa, en un sue-
ño, y no sabido, ¿es limitado o ilimitado?
Jorge L. BORGES. Cit. por Bioy en 'Jardines ajenos'.

¿cuándo reposarás
en el tálamo de la tarde?
Hermann BROCH. En mitad de la vida.

¿Qué alma, por más compasiva que sea, se inquieta porque
la sardina haya sufrido en el aceite el suplicio de los antiguos
monederos falsos y de San Juan en la Puerta Latina, y que
fuera decapitada como Luis XVI?
Alfred JARRY. Costumbres de los ahogados.

¿Es posible que ciertas lenguas llamadas primitivas, cuyas conjugaciones de tiempo y modo están más ramificadas que
en el griego, el francés o el inglés, inhiban el desarrollo de
la literatura precisamente por haber colocado a la realidad
etiquetas demasiado exhaustivas y numerosas?
George STEINER. Extraterritorial.

¿Te he pedido acaso que me saques de las tinieblas?
John MILTON. Epígrafe en P.Kerr: El infierno digital.

¿Deberé verter la ofrenda para que la tierra la beba?
ESQUILO. Cit. por Hugo Mujica. Poesía completa.

¿Seremos nosotros, los vivos, fantasmas para los muertos?
Ruth KLÜGER. En Rastier: Ulises en Auschwitz.

¿Dónde está el amor que de golpe corta en dos el tiempo y
lo descorazona?
Georges SEFERIS. Antología poética.

En aquella época hacía una encuesta entre políticos impor-
tantes con el tema "¿Qué actos consideran como las mayores
tonterías de su vida?"
Joseph ROTH. En Cziffra: La historia del Santo Bebedor.

¿Son estas mañanas, estas mañanas de verano y estas maña-
nas de invierno, las que me han retenido a mí, un hombre que
va envejeciendo, durante años en este pueblo de montaña;
son ellas las que ya no me soltarán más?
Hermann BROCH. El maleficio.

Lo que quiero decir es: ¿cuándo un instante sigue siendo el
amplio y saltarinamente vivo portador de toda nuestra inteli-
gencia?
E.L. DOCTOROW. La ciudad de Dios.

¿Entonces, el sol pierde todas sus batallas, una tras otra?
Werner HERZOG. Del caminar sobre hielo.

Un grupo se había reunido para discutir temas religiosos.
Algunos hablaron largamente y con elocuencia sobre Dios
y la vida de oración. Luego, cuando el último hubo termi-
nado, un joven de catorce años exclamó abruptamente, y
con excitación: "Pero si todo esto es verdad, ¿por qué
siempre estamos haciendo otra cosa?"
Christopher ISHERWOOD. (¿Fuente?)

Si vuestro jardín está tan lleno de flores, ¿por qué no me
alegra su perfume a mí también?
Friedrich HÖLDERLIN. Hiperión.

¿La he visto antes, o es que -ésa es su repentina impresión-
ha existido desde siempre en su imaginación?
Kathrin HARRISON. La mujer de nieve.

Vacila, tritura los colores, tal vez el miércoles de Ceniza
o el día de la Candelaria, al despertar el alba,
moja el pincel en sombra calcinada:
hará un cuadro sombrío. ¿Por dónde comenzar
cuando se quiere pintar el fin del mundo?
Hans M. ENZENSBERGER. El hundimiento del Titanic.
("Apocalipsis. Escuela umbría, hacia 1490.")

¿Eres tú, Nómada, quien nos pasará esta noche a las ribe-
ras de lo real?
St. John PERSE. Pájaros y otros poemas.

Al final ¿qué importa más: vivir o saber que se está vivien-
do?
Clarice LISPECTOR. Cerca del corazón salvaje.

"Si tuvieras oportunidad de hacerle una pregunta a Sócra-
tes, ¿cuál sería?", escribe Zarian. (...) Theodore recuerda
los ataques epilépticos de Sócrates mientras yo me sorpren-
do pensando en una línea de Donne escrita como preámbu-
lo de Coryat's Crudities: "¿Cuándo estarás en tu plenitud,
Gran Lunático?"
Lawrence DURRELL. La celda de Próspero.

¿Volveremos a vivir tan intensamente alguna vez?
Volverá otra vez el amor a nosotros y será
tan formidablemente sereno que con sólo mirarlo
nos permita elevarnos?
Eavan BOLAND. Fondebrider: Poesía irlandesa contempo-
ránea. [Termina: "Pero las palabras son sombras y no pue-
des oirme. Te alejas y no te puedo seguir.")

¿Y quién, sacudido por el miedo
de no ser bastante puro, siente en el viento
de primavera el revuelto sabor de la muerte
y envidia tu gozo seguro en los solemnes
y festivos colores de la alegría presente
y del sereno futuro?
Pier P. PASOLINI: Las cenizas de Gramsci.
[El poema se llama 'Cuadros de Friuli', se trata de 1 expo de
Giuseppe Zigaina, en Roma]

¿Por qué entonces, al rememorar aquellas
esquivas, dulces tentaciones, te quejas,
si el amor que ella te dio con un suspiro
no era de nadie más sino tuyo?
James JOYCE. Poemas Manzanas.

¿O no puedo cantar, amor, la noche de tu ausencia y el
                                                     [filo de tu espada?
¿Quién no lleva en la punta de su arpón una ballena blanca?
Olga OROZCO. Eclipses y fulgores.

¿Qué voz extraña o voz divina hubiera
consentido morar en mi silencio?
Yves BONNEFOY. Del movimiento y de la inmovilidad
de Douve.

Por un instante, el pensamiento me llevó lejos de aquella
laguna, a la otra punta del mundo, a una ciudad balnearia
del sur de Rusia, donde tomaron la foto hacía mucho. Una
niña vuelve de la playa, al anochecer, con su madre. Llora
por nada, porque habría querido seguir jugando. Se aleja.
Ya ha doblado la esquina de la calle. ¿Y acaso no se esfu-
man en el crepúsculo nuestras vidas con la misma rapidez
que ese disgusto infantil?
Patrick MODIANO. Calle de las tiendas oscuras.

Nudos, cortes, había perdido una vez más el hilo de sus
sentimientos. ¿Cómo puede vivirse una vida con sentido
de esa manera? ¿Y cómo podría vivirse una vida siguien-
do el finísimo hilado de los sentimientos, sin esos cortes
y sin esos nudos?
R.R. La bahía oculta y otros relatos.

¿Todo el mundo corre la misma suerte? ¿Es ésto todo lo que
se puede conseguir? ¿No hay más que esto?
Hanif KUREISHI. Intimidad.

se preguntó si el viaje no le habría invertido las facultades
expresivas, si en adelante no estaba condenado a pensar en
voz alta y hablar en silencio.
Claude DELAURE. El triunfo de los elefantes.

¿Qué eres tú, noche oscura, en el interior de una piedra?
Henri MICHAUX. Frente a los cerrojos.

¿Qué debe hacer alguien que no sabe lo que debe hacer
consigo?
Clarice LISPECTOR. Cerca del corazón salvaje.

¿de qué sustancia es el tiempo? ¿Y dónde se forma, si
todo está ya establecido, es inmutable, único?
Antonio TABUCCHI. Los volátiles del Beato Angélico.

"Estos hijos son míos, estas riquezas son mías." Así habla
el insensato y se atormenta. La verdad es que uno no se
pertenece a sí mismo. ¿Qué decir de los hijos? ¿Qué de
las riquezas?
BUDA. Dhammapada.

¿Qué eres tú aquí, donde existes gregario e inútil,
y cuanto más útil más inútil,
y cuanto más verdadero más falso?
Fernando PESSOA. Tabaquería.

¿Qué es la poesía si no salva
naciones ni pueblos?
Complicidad de mentiras oficiales
Canciones de borrachos,
a los que pronto alguien rebanará el pescuezo
libro de lectura en una habitación de señoritas.
Zbigniew HERBERT. Informe desde la ciudad sitiada.

¿Qué hace el desmesurado en el mundo de todas las medi-
das?
Marina TSVIETAIEVA. Antología poética. [Se refiere al
poeta]

¡Oh! ¿Quién dará una señal? ¿Una verdadera, que ayude?
¿Una señal a la altura del desconcierto?
Henri MICHAUX. Poemas.

La pregunta es el llamado de la verdad.
(Fuente desconocida)

Amargo, amargo, ésta es la palabra importante. ¿Cómo voy
a crear una historia que entusiasme soldando fragmentos
sueltos?
Franz KAFKA. Diarios.

¿Y no soy yo también muy pobre, yo que no tengo ni amor,
ni fe, ni deseo confesable, yo que no puedo contar más que
conmigo mismo y que casi siempre me soy infiel?
Clarice LISPECTOR. Alexis, o el tratado del inútil combate.

¿Y quién me enseña
lo que olvidé: el sueño
de las piedras, el sueño
de las aves en vuelo, el sueño
de los árboles?
Johannes BOBROWSKI. Poesía alemana del siglo XX.

¿Es acaso posible oponerse a los amos visibles sin ningún
amo invisible?
Una pregunta atroz.
Elias CANETTI. Hampstead.

¿Dónde encontraré un hombre que olvide las palabras pa-
ra que yo pueda hablar con él?
CHUANG TZU. Cit. en Psicosis infantil.

Toda elección es siempre equivocada,
tu voto emitido es siempre desechado-
¿Cómo puede la verdad revolotear entre alternativas?
Robert GRAVES. 100 poemas.

Extendí mis cartas sobre la mesa
Sin desafiarte a tí por las tuyas.
El hombre hace, la mujer es-
¿puede un jugador discutir con su suerte?
Robert GRAVES. Id.

¿A qué aspira la canción?
¿A dejarnos perplejos y ser felices
o sobre todo a conocer la vida?
Wistham H. AUDEN. Cit. por S. Heaney. ´La emoción...

¿Qué me parecía más importante: revolcarme con ella o
pasarle fraternalmente un brazo por encima de los hombros
y atraerla hacia mí? ¿Lo sabía yo acaso?
Witold GOMBROWICZ. Cosmos.

¿Qué mejor don que ser insignificantes podemos esperar,
qué mayor gloria para un Dios que la de ser absuelto del
mundo?
Jorge L. BORGES. Discusiones.

Unos cinco años después de la independencia, [de Marrue-
cos respecto de Francia] Christopher tuvo una conversación
con un viejo beréber, no recuerdo exactamente dónde, en el
sur. Hablaban de temas generales, cuando el viejo se inclinó
para decirle en voz baja: "Dígame. ¿Cuánto tiempo va a du-
rar esta Independencia?"
Paul BOWLES. Palabras ingratas.

Dime, ¿qué hombre no ha transgredido jamás tu ley?
Dime, ¿qué placer tiene una vida sin pecado?
Si castigas con el mal el mal que te he hecho,
dime, ¿cuál es la diferencia entre Tú y yo?
Omar JAYYAM. Cit. por a. Maalouf en 'Samarcanda'.
[Lo notable es que abro el siguiente libro comprado, "Ver-
güenza" de Salman Rushdie en la página 109 y dice "duran-
te su vida matrimonial Omar Khayyam tuvo que aceptar sin
discusiones la afición infantil de Sufiya Zinoba a desplazar
el mobiliario (intensamente excitada por esos actos prohibi-
dos, disponía de otro modo mesas, sillas y lámparas siempre
que nadie la miraba, como un juego secreto favorito, al que
jugaba con una gravedad aterradoramente obstinada).]

Dos años después el había
aprendido en la retaguardia.
Ha desplegado el toldo, ha soñado.
¿Es él aquel que hubiera querido ser un día?
Denis ROCHE. Antología de la Poesía Francesa Contemporá-
nea.

¿Habrá en la tierra algo sagrado o algo que no lo sea?
Jorge L. BORGES. El libro de arena.
[Me recuerda una breve canción Sioux, llamada La canción
del Oso: "Mi zarpa es sagrada/ Cada cosa es sagrada:"]

Dios, ¿será positivamente, íntegramente, un creyente?
Juan C. PAZ. Alturas, intensiones.

Si no soy para mí, quién lo será?
Si soy para mí, ¿quién soy?
Y si no ahora, ¿cuándo?
Rabbi Hillel HAZAKEN. Las Máximas de los Padres.

¿Pero porqué son malos los hombres? Cómo ando de asom-
brado en esta tierra. ¿Porqué se vuelven tan pronto recoro-
sos y hoscos? ¿Porqué adoran vengarse, hablar enseguida
mal de uno, ellos que van a morirse pronto, los pobres?
Que esta horrible aventura de los humanos que llegan a es-
ta tierra, ríen, se mueven, luego de pronto no se mueven
más, no los haga buenos es increíble.
Albert COHEN. El libro de mi madre.

¿Con quién he de hablar hoy?
Los hermanos son malvados.
Los compañeros de ayer no sienten amor.
¿Con quién he de hablar hoy?
Los corazones son rapaces,
Cada hombre toma los bienes de su vecino.
¿Con quién he de hablar hoy?
Aquel que debería provocar furor por su comportamiento
                                                                             [malvado
Hace reir a todos aunque su iniquidad es dolorosa...
ANTIGUO EGIPTO (circa 2000 a.C.) En M. Eliade: 'De
brujos y adivinos'.

¿No es el verdadero filósofo aquel que, aún sin el reconoci-
miento de los hombres, no se cobija en el resentimiento?
CONFUCIO. Analectas (versión Ezra Pound).

Tengo posibilidades, desde luego, pero ¿bajo qué piedra se
encuentran?
Franz KAFKA. Diarios.

"¿Cuándo se vive?" se pregunta en efecto Oblomov, el in-
mortal protagonista de la novela homónima.
Claudio MAGRIS. Utopía y desencanto.

¿Puede un hombre ser demasiado viejo para disfrutar de un
poema hermoso?
Robert WALSER. La rosa.

¡Setenta y uno!
¿Cómo ha durado
una gota de rocío?
KIGEN. Poemas japoneses a la muerte.

Suelo repetir las palabras del rey alegre en mi cuento de ha-
das favorito. ¿Qué flecha no deja nunca de volar? La flecha
que ha alcanzado su objetivo.
Vladimir NABOKOV. Una belleza rusa.

Miro hacia atrás y suspiro; miro hacia adelante y suspiro.
¿Hay algo sólido en la vaporosa gloria de la vida?
LI PO. Id.

Cuando a mis trece años pregunté a un revolucionario [Ru-
sia, alrededor de 1905]: "¿se puede ser poeta y al mismo
tiempo pertenecer al partido? - El, sin pensarlo ni un mo-
mento, respondió "No". De igual manera respondo yo: no.
Marina TSVIETAIEVA. El poeta y su tiempo.

Viento de primavera, no te conozco;
¿Por qué atraviesas mis cortinas de gasa?
LI PO. Segunda antología de poesía china.

Si el horror y el dolor tienen que estar siempre con nosotros,
¿cómo puede mejorarse la vida significativamente?
J. SWIFT. (¿Fuente?)

Vacila, tritura los colores, tal vez el miércoles de Ceniza
o el día de la Candelaria, al despuntar el alba,
moja el pincel en sombra calcinada:
hará un cuadro sombrío. ¿Por dónde comenzar
cuando se quiere pintar el fin del mundo?
Hans M. ENZENSBERGER. El hundimiento del Titanic.
"Apocalipsis. Escuela umbría, hacia 1490." [Y es cierto
que un par de años después comenzaría el fin del mundo
para los indígenas de América...]

¿Dónde comienza el cuerpo humano?
Georges BATAILLE. La experiencia interior.

¡Oh! fagots de mis doce años, ¿dónde crepitáis vosotros
ahora?
Henri MICHAUX. Revista Cero N° 7/8.

El viento y el trueno
son iguales en todas partes.
¿Qué importa, pues, si muero aquí,
en una tierra extraña?
Indios OJIBWAY. Native American Poetry.

Soy amigo de Jesucristo, como lo soy de Dios, el Padre.
Incluso he comido con ellos. Todo es misterio. ¿Para qué
comer?
Jacobo FIJMAN. Viaje hacia la otra realidad.

¿Cómo se llama el nombre?
(...)
¿Y cómo es posible no saber tanto?
Alejandra PIZARNIK. Extracción de la piedra de locura.

¿Quién vació la arena de vuestros zapatos
Cuando debíais levantaros de la muerte?
Nelly SACHS. En las moradas de la muerte.

Angeles en la mañana
pueden verse entre rocíos,
doblándose, recogiendo, sonriendo, volando.
¿son suyos los capullos?
Emily DICKINSON. Cardenal y C. Urtecho. Antología de
la poesía norteamericana.

Cuando idealizamos a una persona o una cosa, ¿vemos al-
go, tal vez, que los demás no notan?
Jean RHYS. Sonríe, por favor.

¿Quién soy yo, que no soy mi corazón?
Fernando PESSOA. 90 poemas últimos.

Todo lo que nunca se hizo, ¿se hará un día?
Clarice LISPECTOR. Silencio.

¿Quién sabe? ¿Tal vez un poco de oro en estas notas?
Roland BARTHES. Diario de duelo.





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