jueves, 23 de febrero de 2012

UN POEMA (O CUATRO) DE CEES NOOTEBOOM: BASHÔ



1.
Anciano entre los juncos la desconfianza del poeta.
Parte hacia el Norte escribiendo un libro con los ojos.
Se escribe a sí mismo sobre el agua ha perdido a su maestro.
El amor tan sólo en cosas recortadas de las nubes y del viento.
De ahí esta vocación para visitar a sus amigos y luego partir.
Calaveras y labios se juntan bajo ladeantes cielos.
Siempre el beso del ojo traducido al empuje de las palabras.
Diecisiete es el número sagrado en el cual la aparición es un
                                                                                  designio.
Para digerir un pasado petrificado como una mariposa.
Lustrados fósiles en una oleada de mármol.
Por aquí pasó el poeta en su viaje hacia el Norte.
Por aquí pasó el poeta una vez y para siempre.

2.
Sabemos que la poesía poética los peligros comunes
de lo lunático y la serenata. Aire embalsamado, eso es todo,
a menos que lo transformes en guijarros que fulguran y hieren.
Tú, viejo maestro, lustrando los guijarros
que arrojas para derribar un zorzal.
Del mundo has tallado una imagen que sostiene tu nombre.
Diecisiete guijarros por flechas una escuela de mortíferos
                                                                                cantantes.
Mira cerca del agua el rastro del poeta
en su camino a las nieves altas. Mira cómo el agua lo borra
cómo el hombre del sombrero vuelve a inscribirlo
preserva el agua y la pisada, capturando el movimiento que
                                                                                ha pasado
de tal modo que lo que ha desaparecido está aún ahí como
                                                          algo que ha desaparecido.


3.
En ningún lugar de este universo he encontrado un hogar
escribió en su sombrero de ciprés.
La muerte le quitó el sombrero
como debía ser. La sentencia ha permanecido.
Su único hogar estaba en su poesía.
Sólo un poco más y verás las flores de cerezo de Yoshino.
Deja tus sandalias bajo el árbol, pon a descansar a tus pinceles.
Envuelve tu bastón en tu sombrero, traza el agua en líneas.
La luz es tuya, la noche también.
Un poco más, sombrero de ciprés, y tú también los verás
la nieve de Yoshino, el casco de hielo de Sado,
la isla que embarca hacia Sôren a través de un oleaje de lápidas.


4.
El poeta es una estación de bombeo a través suyo el paisaje
                                                        se transforma en palabras.
Sin embargo él piensa igual que tú y sus ojos ven lo mismo.
El sol viniendo a estrellarse en la boca del caballo.
El más remoto templo de Ise la playa de Narumi.
Él viaja en las nubes del sufrimiento se dirige a su cometido.
Sus mandíbulas muelen las flores haciéndolas versos.
Llevando los libros de los asuntos cotidianos del mundo.
En el Norte se conoce a sí mismo una pila de ropas viejas.
Cuando está donde nunca volverá a estar tú lees sus poemas:
Peló pepinos y manzanas él pinta su vida
Yo también he sido tentado por el viento que sopla las nubes.


Cees NOOTEBOOM (1933-   ) Holanda. Autor de libros de
ficción, ensayos, libros de viajes y poeta todo a lo largo.
La versión que doy aquí de este poema de 4 partes, surge de
la traducción del inglés (con la ayuda de un diccionario holan-
dés-castellano para ciertos términos en los que aparece una
dualidad de posibles caminos) de 2 poetas, uno sudafricano,
J.M. Coetzee y otro irlandés, Michael O'Loughlin.







MATSUO BASHÔ es un poeta japonés del siglo XVII, (1644-
1694), uno de los tres mayores poetas del haiku. Su padre, un
samurai menor, murió cuando Bashô, a quien de niño llamaban
Kinsaku, tenía 11 años. Desde muy joven, su mayor deseo es
emprender viajes poéticos. Ya había hecho su preparación Zen
con un maestro, no conociéndose si alcanzó la iluminación. En
1672 escribió este pequeño poema antes de partir:

Separados estaremos
para siempre, mis amigos,
como los gansos salvajes
perdidos en las nubes.

Bashô realizó varios viajes menores y tres grandes viajes. En
aquellos tiempos no era nada frecuente lanzarce al camino co-
mo él lo hizo. Sus 2 primeros viajes extensos los realizó en
dirección Sur y el que inspiró el poema de Nooteboom -él
mismo un notable viajero, pero de la era moderna- es su ter-
cer gran viaje, hacia el lejano Norte de Japón, considerado en
esos tiempos un territorio peligroso, realizado en la primavera
de 1694. Entretanto, Bashô fue publicando 7 libros en el estilo
del haibun, que combina prosa y haiku, género del cual llegó
a ser el mayor maestro que se conozca. "Se iluminan entre sí
como dos espejos que se sostienen enfrentados", dice Nobu-
yuki Yuasa.
Hay que agregar que Bashô emprende este viaje de 2 años y
medio, eludiendo las rutas transitadas, por una geografía des-
conocida, que representaba para él todo el misterio que había
en el universo, poco tiempo después de la muerte de su madre.

El quinto libro, que narra el viaje en cuestión, se denomina:
El Estrecho Camino al Norte Profundo (Oku no Hosomichi)

En él encontramos estos versos, que creo impresionaron
al poeta holandés:

Con un poquito de locura en mí,
que es la poesía,
avanzo lentamente como Chikusai
entre los gemidos del viento.

(Chikusai es un personaje del escritor japonés Karasumaru
Mitsuhiro (1579-1638), de una obra llamada Chikusai Mono-
gatari, en el que se expresa que la atención del poeta debe di-
rigirse al tema inmediato más que a la forma.)



El retrato de Bashô que se encuentra en el Museo de Osaka,
probablemente hecho por Buson, otro de los grandes poetas
del haiku, que además era un eximio pintor.

No hay comentarios: